‘Fat lip’ puso el broche de oro a la noche, una que también ha servido de reencuentro para muchos que en su adolescencia iban juntos a los conciertos
Sum 41 y Simple Plan parecen vivir en una eterna adolescencia, al menos en su música, con la que han trasladado a aquella época a las 10.000 personas que han acudido al WiZink Center, en el distrito de Salamanca, la noche de este martes 27 de septiembre, todo un viaje a la primera década del siglo con clásicos del pop y rock punk.
Camisetas negras de los grupos, pelo de color o pulseras y cinturones de cuadros habrían marcado, por lo general, el estilo de los asistentes a este concierto hace unos 20 años, pero la moda ha cambiado para los nostálgicos fans de sendas bandas canadienses que se dieron a conocer a principios de la década 2000.
Esta noche han llegado a Madrid por primera vez juntos, en el marco de una gira europea que terminará en octubre y con la que ya recalaron el pasado sábado en Bilbao.
Si bien el ‘Does This Look All Killer No Filler Tour’ es de Sum 41, en celebración de los 20 años del lanzamiento de sus dos primeros álbumes, y Simple Plan es la banda invitada, son muchos los que han decidido disfrutar del directo de ambos, lo que se ha notado en que el recinto estaba ya lleno para las 20.00 horas, cuando estaba programado el concierto de Simple Plan.
Con extrema puntualidad, Pierre Bouvier (vocalista), Chuck Comeau (batería), Jeff Stinco y Seb Lefebvre (guitarras) asaltan el escenario con ‘I’d do anything’, una canción de amor de instituto que suena bien pese a la ausencia de un bajista en directo. Y es que falta David Desrosiers, que se retiró de la banda tras ser acusado de mala conducta sexual con mujeres.
El público acompaña de principio a fin la primera pieza que interpretan los de Montreal, que forma parte de su álbum debut ‘No Pads, No Helmets… Just Balls’ (2002), del que tocarán varios temas al igual que de su segundo álbum ‘Still not getting any’, además de otras de sus últimos trabajos.
«Te quiero, Madrid», dice el vocalista entre gritos de los asistentes, para seguir con ‘Shut up!’ y ‘Jump’, dos clásicos de la banda sobre incomprensión y crisis existenciales que los miles del WiZink corean sin parar de saltar. Para Bouvier, «este es uno de los mejor públicos del tour».
Sí, los saltos y las manos en alto de los asistentes son la tónica general durante el espectáculo, que continúa con ‘Jet lag’, ‘Your love is a lie’ y, tras un solo de guitarra de Stinco, con ‘Addicted’, otro de sus temas que cumple ya 20 años y habla de corazones rotos.
Y llega uno de los momentos más ansiados, el exitoso ‘Welcome to my life’ que les lanzó a la fama mundial. Aún suena hoy en día en la radio. La euforia se desata con las primeras notas y el público se sumerge en un ‘featuring’ con los canadienses. Y es que, ¿quién no se ha sentido alguna vez herido y perdido?
Entre sus temas antiguos, Simple Plan introduce una nueva canción, ‘Iconic’, que marca el momento más tranquilo de la noche, sin pena ni gloria. Tras ella suena ‘Summer paradise’. «A la playa con Simple Plan», dice Bouvier, que se empeña en hablar en ‘spanglish’. «Te puto quiero, Madrid», grita también durante la noche.
El turno de los de Montreal se acerca a su final con versiones de clásicos del pop-punk de otros artistas como Avril Lavigne, para continuar con ‘Where I belong’. Tras una hora de concierto, la cita con Simple Plan concluye con ‘I’m just a kid’, que los canadienses interpretan enérgicos, como han hecho durante todo el concierto, recorriendo el escenario de un lado al otro.
Esta canción, que pese a su antigüedad se hizo viral en TikTok este año, viene con sorpresa: el batería deja su asiento, se pone un traje EPI y se tira al público para «surfear» sobre él. Los fans están encantados. Por fin, llega ‘Perfect’, un himno que empieza en acústico para concluir con un estadio lleno de personas pidiendo perdón por no ser perfectos.
Simple Plan llega a su fin -con más regalos para las fans: el vocalista tira la toalla con la que se ha secado su sudor y el público de las primeras filas se pelea por cogerla-, pero la noche apenas comienza, pues faltan los cabeza de cartel.
A celebrar con Sum 41
También con puntualidad, Derick Whibley (vocalista), Cone McCaslin (bajista), Dave Baksh (guitarra), Frank Zummo (batería) y Tom Tucker (guitarra) asaltan el escenario a las 21.30 horas en el inicio de una fiesta de punk-rock en la que celebran las dos décadas de ‘All Killer No Filler’ (2001) y ‘Does This Look Infected?’ (2002). Y es una fiesta brutal.
Con un diablo de fondo y envueltos en disparos de fuego, inician su espectáculo con ‘Motivation’, cuyo final con un solo de guitarra indica lo que nos espera, un tremendo espectáculo musical en el que cada uno de los componentes brilla. Suena después ‘The hell song’, con un Whibley implacable, demostrando presencia escénica, y un público desatado.
Continúan con ‘Over my head’ y ‘We’re all to blame’, cuando se empiezan a formar los primeros pogos, que van haciéndose más grandes según avanza el concierto. Para disfrutar de ese momento con los Sum 41 han venido muchos. Algunos incluso saltan de las gradas a pista, con poco éxito. Los guardias de seguridad están alerta.
«Es guay veros, ha pasado mucho tiempo», expresa el vocalista en medio de ‘Summer’ y ‘Screaming bloody murder’, uno de sus clásicos, que también habla de incomprensión. ‘War’, Mi direction’, ‘No brains’ o ‘Rhythms’ son las siguientes, y un impactante solo de batería.
Entonces, el vocalista, que se pasa la noche llamando al público «ladies and gentleman», entona ‘Underclass hero’, la primera de varias piezas que son las más coreadas de la noche. Sí, la animada ‘Walking disaster’ suena mientras el público baila sin parar y varios asistentes ‘navegan’ tumbados entre las manos de los que les rodean. Es emocionante, están totalmente entregados.
Uno de los momentos más emotivos, ‘With me’, que se inicia en acústico, continúa con solos del público y acaba ovacionada. Los Sum 41 prosiguen contundentes con los clásicos ‘In too deep’, ‘Makes no difference’ y ‘Pieces’, otra para llorar y cantar. Si miras a tu alrededor, ves lágrimas en muchas caras.
Tras una versión de ‘We will rock you’ que sin duda es una buena elección, los de Ajax tiran de ‘Hooch’ y Still waiting’, otra más en la que demuestran poderío y se ven acompañados de unos colaboradores inigualables, los asistentes.
Por eso, los protagonistas de las noche no paran de dar las gracias y de recordar que, hace mucho, ellos estuvieron haciendo colas de horas para ver a sus bandas favoritas.
‘No reason’ y ‘Mr. Amsterdam’ introducen un final glorioso, en el que cada uno de los músicos de la banda se lucen con solos fuertes para la euforia del estadio. ‘Fat lip’ pone el broche de oro a la noche, una que también ha servido de reencuentro para muchos que en su adolescencia iban juntos a sus conciertos. A la salida, todo es emoción, despedida y sudor.