En los últimos años hemos sido testigos de sucesivas campañas de sensibilización en contra del maltrato animal. Artículos de prensa, spots televisivos y hasta anuncios en marquesinas de autobús han contribuido a formar en los ciudadanos madrileños una clara conciencia ética en favor de los animales. A pesar de ello, puntualmenmte la realidad cotidiana nos descubre casos lamentables que evidencian lo mucho que aún queda por hacer.
El rescate de Guille y Mafalda
El pasado 27 de octubre se produjo uno de esos casos, aunque con final feliz. El conserje y los vecinos de un edificio situado en el Paseo de las Delicias de Madrid rescataron a dos perros que habían sido abandonados por su propietario durante dos meses, a causa de lo cual vivían “entre un insoportable olor a heces y orín”, según palabras del portavoz de la asociación El Refugio -una organización que lucha por el bienestar de los animales-, Nacho Paunero. Los perros, un setter irlandés de siete meses llamado Guille y una pointer de seis meses que responde al nombre de Mafalda, “se encontraban muy débiles, apenas ladraban y pudieron sobrevivir porque un vecino les había estado alimentando a través del balcón de la vivienda utilizando una barra metálica y unos cubos de plástico”, explicó Paunero. El portavoz de El Refugio señaló que el rescate pudo llevarse a cabo “gracias a la tenacidad del conserje y de los vecinos del inmueble, que llevaban meses denunciando los hechos”. La patrulla de la Policía Nacional que acudió a la vivienda la encontró destrozada y repleta de excrementos y orines.
Miembros de El Refugio trabajan ahora por la total recuperación de los dos perros, que fueron hallados en estado de ansiedad y con síntomas de caquexia, y denuncian un presunto delito de maltrato a animales domésticos, tipificado en el Código Penal.
