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Fieles a la ciudad

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Llevan cientos de años, incluso siglos, en la ciudad. Han sido testigos del cambio urbanístico, social y también comercial de la capital de España. Han sabido evolucionar con los nuevos tiempos pero conservando la esencia que marcó su inauguración. Son los comercios centenarios de Madrid; farmacias, tabernas, restaurantes o librerías tradicionales que compiten cada día con locutorios o tiendas de todo a 1 euro. Nuevas fórmulas de negocio venidas de lejos que se han convertido, para beneficio de unos y tristeza de otros muchos, en habituales del paisaje madrileño y que convierten a los establecimientos centenarios en especies en extinción.

Tantos años de dedicación bien merecen un reconocimiento, y debe ser la propia ciudad que les acogió y a la que han servido durante tantos años, la encargada de rendir este justificado homenaje. Puede que los paseantes del centro de Madrid ya hayan descubierto alguna de las placas conmemorativas con las que el Ayuntamiento destacará, en una primera fase, a 40 establecimientos de la capital. Los dos primeros en lucir el distintivo diseñado por Mingote han sido la Real Botica de la Reina Madre, y el restaurante Lhardy. Un título que, en palabras del alcalde les acredita “como parte de la historia y del presente, y no dudamos en añadir del futuro, de Madrid”. Además, el pasado 12 de septiembre se sumaron a esta iniciativa la Pastelería El Pozo y la Librería religiosa Hernández. Dos locales con historia que por su especialización y su servicio personalizado, han contribuido a conformar la ideosincrasia de la capital.

La Librería Hernández es probablemente la más antigua de Madrid. Ejemplo de empresa familiar, por ella han pasado más de cuatro generaciones y constituye, sin duda, un buen modelo de comercio especializado. Por su parte, la Pastelería Hernández ofrece la mejor tradición artesana pastelera desde 1830.

La Real Botica de la Reina Madre abrió sus puertas nada menos que en 1578, en plena calle Mayor. El edificio conserva en su interior una de las mejores colecciones de instrumentos farmacéuticos de la ciudad.

Por último, Lhardy, comenzó su andadura en 1839 y desde entonces ocupa una posición pionera entre los restaurantes de Madrid.

Una buena iniciativa, sin duda, para dar a conocer el rico pero desconocido pasado comercial de Madrid. Porque, como recordó Gallardón “un comercio centenario es fruto de la fidelidad, el compromiso y la capacidad de adaptación”.

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