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De élites y uvas

De élites y uvas

Lo hablo con el poeta Pedro Larrea, perdido por los bosques de Virginia, tras enseñarle una foto de las terrazas de Alonso Martínez a tope a pesar de la nieve. En Madrid, la calle tira.

En Madrid se sale con nieve, con una pandemia que nos lleva al nicho y hasta con un vecino pesado dándonos patadas en los huevos. En Madrid se sale y punto.

Lerdos somos y no aprendemos ni aunque hubiera 15 oleadas de esas que llaman. Hasta aquí, nosotros, el rebaño a la busca de la inmunidad de grupo a lo bestia. Camina o revienta.

Continuamos. La elite (élite es eufemismo de lo que ustedes quieran poner) anda en plan la picaresca del lazarillo: no les llegaba con comerse las uvas de tres en tres (uva es un nuevo eufemismo), que están aprovechando su posición para adelantar su vacunación con las excusas más chuscas.

El último, mientras esto escribo, el obispo de Mallorca, Sebastiá Taltavull, y de forma tan mezquina como colándose en una residencia de ancianos, demostrando tenerlos más gordos que los del Cristo que pintó Barceló en su catedral y que tanto escandalizaron en su momento.

Como dice Javier Gallego, vallecano de pro, puro Peñaprieta: se está inyectando más peña a escondidas que en los 80, pero aquí no va a pasar nada porque tenemos a los ‘pantojos’ y a los ‘bertines’ que nos entretienen.

Las medidas deberían ser rotundas. Ofrecerles dimitir en 24 horas o echarlos, dejando bien claro que se les ha echado porque no han querido dimitir, y pasarlos al final del vagón para ser vacunados en el último grupo poblacional, creado exclusivamente para ellos.

Lo de servidores públicos no lo entienden como que son ellos los que sirven a la sociedad, sino como un ultramarinos público que les sirve a ellos para sus necesidades y/o caprichos.

Más. Vale que Illa no es Churchill, pero, ¿en serio deja el Ministerio de Sanidad en el momento más delicado para la sanidad en España en 100 años para ser candidato a la Generalitat? ¿No se les cae la cara de vergüenza?

Lo critican hasta desde Podemos en esa oposición desde el Gobierno que han puesto de moda, como si lo ‘chungo’ nunca fuera por ellos. ¿El precio de la luz? «Qué luz», le falta decir a Echenique, con su siempre cara de póquer y falta de memoria.

¿Residencias? «Qué residencias» le imita en la práctica su jefe, el vicepresidente no sé cuántos, mientras bautiza de exiliado a Puigdemont, como si fuera un San Juan Bautista pagano. ¿España o Espuñeta? Pues eso.

Víctor Vázquez

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