En los últimos meses del año nos cae encima a los ciudadanos en general y a los jubilados y pensionistas de manera especialmente gravosa, ese tributo que cobran los ayuntamientos denominado “Impuesto sobre Bienes Inmuebles” (IBI). Cada vez más elevado y oneroso, no se tienen en cuenta los bajos ingresos por desempleo u otras causas, de muchos de los que soportamos tener que pagar tan objetable gabela, la cual debería ser sustituida por el Gobierno de la nación por un recargo municipal en el Impuesto de Sociedades y en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), aunque desde luego, con adecuados mínimos exentos.