En estos días, además de los graves casos de corrupción en Andalucía (alguien metió la mano en el feudo del Sr. Chaves), se han denunciado múltiples irregularidades en la gestión de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género cuando dependía del extinto Ministerio de Igualdad. El Tribunal de Cuentas no deja lugar a las dudas sobre el grado de amiguismo e impunidad con el que se manejaban sus dirigentes. Adjudicación de contratos con procedimientos no regulados y sin la debida justificación, contratación pública de personal amparada en el nepotismo, convenios de colaboración puramente retóricos… Un sinfín de abusos. Lamentablemente, los dramáticos balances de violencia de género en España demuestran la inutilidad de esa delegación y, por extensión, de aquel ministerio. Ante tantos hechos de este tipo sí que cabe preguntar a los socialistas, especialmente el ministro de Fomento y al vicepresidente tercero, ¿quién es quien mete la mano?
