Proliferan las tertulias y los tertulianos. En principio demuestra el interés de los ciudadanos por la Política, pero el tratamiento que la televisión da al formato resulta poco adecuado.
Primero, por la existencia de tertulianos, calificados de “todólogos” con capacidad para opinar sobre cualquier tema con afirmaciones rotundas, como si tuvieran conocimientos extensos. Economía, deporte, cine, historia… lejos de poseer suficientes nociones sobre cualquiera de ellos, suelen tener gran osadía y escasa prudencia para no opinar, o al menos ser sensatos, en aquellas áreas en que son menos competentes. Supongo que se podrían consultar diferentes especialistas con conocimientos amplios para cada tema. En lugar de ello, los tertulianos profesionales sustituyen la sabiduría por posiciones inflexibles, y, a falta de razón o de argumentos, el grito y la interrupción son forma natural de actuación, más del estilo de una bronca en un bar que de un debate serio.
Si es que podemos llamar debate a esos shows. Más que nada porque, lejos de intentar exponer posiciones con el fin de alcanzar puntos comunes y posibles soluciones, el objetivo es llamar la atención. Y para ello vale todo. El mensaje debe ser lo más rotundo,radical y contundente posible. Y la posición lo más intolerante imaginable. Porque se vende espectáculo, no información. No se trata de enseñar visiones distintas de un asunto que nunca es blanco o negro, sino de subir la audiencia. Consideran mejor presentar dos bloques irreconciliables: “las dos Españas” que han de herirnos el corazón.
La falta de conocimientos de los tertulianos lleva en muchos casos aparejado el uso de datos falsos, erróneos o inexactos que, lejos de suponer un motivo de reproche por los organizadores de los programas, se pasan por alto como si no tuvieran trascendencia. Al final se premia el circo por encima de la credibilidad.
Comenzaba diciendo que muchas veces nos quedamos con la lectura de titulares como forma de recibir la información, lo que potencia la difusión de las tertulias y los tertulianos. Ambos datos nos llevan al mismo resultado: pasamos por encima de la información y recogemos el titular o un somero resumen del contenido, sin entrar en una mínima profundidad para poder comprender de verdad el alcance de las cosas. Y nos gusta que nos digan lo que queremos oír.