Carles Puigdemont, prestidigitador

Por Luis Merlo Flores

Tradicionalmente aquellos que sufren un exilio les cuesta sobrevivir en país ajeno, incluso se ven abocados a vivir pobremente en un cuartito. Pero en este caso, se trata de algo más que un exiliado, puesto que este señor es un fugitivo de la justicia y, resulta que vive en le opulencia, en una ciudad que no es particularmente barata.

Últimamente no ha tenido empacho de exhibirse ante las cámaras con una treintena de sus colaboradores. ¿De dónde procede el dinero para tal despliegue?

Sea cual fuere el medio utilizado, seguramente se trata de dinero público, al igual que los subsidios con los cuales mantienen a sus adherentes. Isabel Diaz Ayuso hace pocos días denunciaba muy acertadamente al separatismo catalán como un movimiento creado y mantenido en base a subsidios e intimidación, con lo cual queda claro que no es auténtico, sino mercenario.

Hace casi dos siglos Alexis de Tocqueville, en su magistral tratado sobre la Democracia, declaraba que esta duraría hasta que los políticos aprendieran a comprar votos con dinero público.

El Gobierno español aporta un magnífico ejemplo de esta transgresión, ya que el subsidio -que debería estar prohibido terminantemente- ha sido y continúa siendo un instrumento de poder ampliamente usado. El PSOE, el PNV y, por supuesto, los independentistas catalanes, lo han utilizado constantemente.

Pero lo dicho no implica que se deba tomar al señor Puigdemont al pie de la letra. Ha utilizado técnicas de prestidigitación en sus maniobras para desviar la atención pública de su verdadero y único propósito: fracturar España independizando Cataluña, confiando que esto produzca reacciones en cadena similares en otras regiones.

Cuando tanto insistió para que el catalán fuera reconocido como idioma europeo, bien sabía que tal demanda era absurda y sería rechazada, pero desviaba la atención. Ahora parece centrarse en la amnistía, pero apuesto que está dispuesto a sacrificar a sus antiguos compinches, y este tema tampoco es crucial.

Puigdemont sabe que solo si Sánchez continua en el poder, podrá convocar su apañado referéndum. Demorará su decisión hasta el último momento para evitar reacciones que pudieran afectar el plan, pero precisa a Sánchez como presidente para lograr su propósito.

Cabe preguntarse cuál es su auténtico objetivo al perseguir con tanta saña el separatismo, porque desde ya no es el bienestar de los catalanes.

Según los datos suministrados por Convivencia Cívica Catalana, más de la mitad de las ventas de Cataluña son a las otras regiones españolas, pero a destacar es el hecho ce que sus operaciones internacionales son deficitarias cuando las internas dejan buenos beneficios.

Además, la mayor parte de sus exportaciones proceden de empresas extranjeras radicadas en Cataluña que, ante una independencia, podrían trasladarse. Tradicionalmente, Cataluña era la región con mayores ingresos por turismo, pero a partir del 2019 ha descendido un 25% y perdido su protagonismo, en gran parte, debido a la mala gestión gubernamental que ha facilitado el incremento del crimen y la suciedad de la ciudad de Barcelona.

Es decir; una Cataluña independiente, lo pasaría muy mal.

El separatismo, gracias al actual gobierno del PSOE, se encuentra en su situación más favorable, pero vale recordar que ya Felipe González dio la señal de partida a este proceso, cuando subvencionó la enseñanza de todos los dialectos regionales en España. Incluso uno totalmente olvidado, como el bable de Asturias, tuvo su academia en Oviedo.

El PSOE puede hacer aspavientos en contra del separatismo, pero siempre lo ha estado apañando.

Cuando el referéndum del 2017 (cuyo resultado, considerado el ausentismo, fue de solo un 27%) se enjuició a los responsables, pero a mi entender, existe un tema más serio y, es el hecho de que, desobedeciendo la orden del Supremo, la educación es en catalán y, más grave aún, inculcando a los niños una nueva leyenda negra contra España para provocar odio y resentimiento.

En la década de los 20 un masón, Coudenhove Kalergi, publicó su ‘Pan Europa’, en el que vaticinaba una Unión Europea y la desaparición de la raza blanca debido a una invasión de asiáticos y africanos.

Oficialmente se dijo que lo dicho no implicaba la existencia de una conspiración, y que solo se trataba de una opinión más. Pero resulta que la Union Europea es una realidad y hace 40 años que Europa sufre una invasión ilegal de millones de árabes y subsaharianos, cumpliéndose lo vaticinado por Kalergi.

¿Es fracturar España parte de dicho plan?  ¿El PSOE y Junts son instrumentos en este proceso?

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