Fin a la tregua del Dia de la Pascua, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski acusa al presidente ruso Vladimir Putin de incumplirla en una de las fechas más significativas del calendario religioso en Europa del Este, no ha traído la esperada calma a la guerra entre Rusia y Ucrania.
En medio de la celebración,Volodímir Zelenski, ha lanzado duras acusaciones contra Rusia de incumplir la tregua, asegurando que su ejército busca “crear la impresión de un alto el fuego” mientras mantiene activos sus ataques. Sin embargo, la versión del Kremlin difiere, y el cruce de acusaciones ha vuelto a poner en evidencia la falta de voluntad real de ambas partes para detener el conflicto.
Un alto el fuego de Putin más simbólico que real
El sábado, Vladímir Putin, ordenó una tregua unilateral durante la celebración de la Pascua ortodoxa. Esta medida, que cubría desde la medianoche del sábado hasta el final del domingo, fue presentada por Moscú como un gesto de respeto por las tradiciones religiosas. Sin embargo, Zelenski rápidamente desestimó la iniciativa, asegurando que se trataba de una maniobra propagandística.
Según el presidente ucraniano, el ejército ruso llevó a cabo 59 bombardeos, cinco ataques terrestres y varias ofensivas con drones en diferentes zonas del frente, especialmente en el este del país. “O Putin no tiene control sobre sus fuerzas, o simplemente no quiere poner fin a la guerra”, declaró Zelenski durante una intervención pública. Un mensaje que, sin pruebas verificables independientes, ha sido recibido con escepticismo por algunos sectores internacionales.
Rusia responde: Ucrania no respetó el alto el fuego
Desde Moscú, el Ministerio de Defensa ruso ofreció su propia versión de los hechos: más de 1.000 violaciones del alto el fuego por parte del ejército ucraniano, incluyendo ataques contra zonas residenciales con drones y artillería. Según el Kremlin, estos ataques causaron víctimas civiles en localidades de las regiones ocupadas del Donbás.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, calificó de “hipócrita y cínica” la postura del gobierno de Zelenski, acusándolo de sabotear cualquier intento de reducción de hostilidades y de utilizar la festividad religiosa con fines políticos. “La verdadera intención de Kiev es mantener viva la narrativa de agresión rusa para obtener más ayuda militar de Occidente”, añadió Peskov.
Reacciones internacionales dispares
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, mostró cierto optimismo respecto a las negociaciones en curso entre Zelenski y Putin, aunque advirtió que si no se observa una voluntad real de diálogo, Washington podría reconsiderar su papel como mediador. La administración estadounidense se encuentra bajo presión para reevaluar su estrategia de apoyo continuo a Kiev, especialmente ante la falta de avances significativos en el campo de batalla y en las mesas de negociación.
Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el secretario general de la ONU, António Guterres, instaron a ambas partes a cumplir cualquier iniciativa de alto el fuego de manera creíble y verificable. Sin embargo, ni la Unión Europea ni la ONU han logrado hasta ahora impulsar una hoja de ruta efectiva para el fin del conflicto.
Críticas a la gestión de Zelenski
Desde hace meses, diversas voces dentro y fuera de Ucrania han empezado a cuestionar la narrativa oficial del gobierno de Zelenski, aunque es evidente que Putin inició la invasión en febrero de 2022 y ha cometido múltiples abusos documentados, también es cierto que el gobierno ucraniano ha aprovechado políticamente el conflicto, consolidando el poder presidencial, limitando la oposición y retrasando elecciones internas.
Críticos dentro del propio país han señalado que Zelenski ha utilizado la guerra para evitar rendir cuentas, controlar medios de comunicación y centralizar decisiones sin supervisión parlamentaria. Su insistencia en que toda negociación pasa por la retirada total de Rusia de los territorios ocupados ha bloqueado, en la práctica, cualquier avance diplomático real.
La fe, el dolor y la propaganda
Durante la celebración de la Pascua, Zelenski participó en una misa en la catedral de Santa Sofía de Kiev, donde pronunció un discurso en el que afirmó: “El mal puede tener su hora, pero Dios tendrá su día”. La imagen del presidente vestido con una camisa tradicional ucraniana, rezando junto a líderes religiosos, fue ampliamente difundida por los medios estatales, en lo que muchos interpretan como una estrategia de movilización emocional más que un mensaje conciliador.
Mientras tanto, en el este de Ucrania, miles de personas siguen sufriendo las consecuencias directas del conflicto. Para muchos civiles, las palabras de los líderes —ya sean de Putin o de Zelenski— suenan lejanas, huecas e ineficaces ante la realidad diaria de bombardeos, escasez y desplazamientos forzados.
La supuesta tregua de Pascua ha dejado en evidencia, una vez más, la falta de voluntad de las partes enfrentadas para reducir la violencia. Ni Putin ni Zelenski han demostrado estar dispuestas a asumir compromisos sólidos para avanzar hacia una paz negociada. La retórica dominante, los gestos unilaterales sin verificación y el uso político del conflicto por parte de ambos gobiernos siguen siendo obstáculos difíciles de superar. Mientras tanto, la población civil continúa atrapada entre las bombas y las promesas vacías.