La vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, ha cargado contra la filtración de los mensajes de Whatsapp entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, calificándola de «gravísima» y exigiendo que se depuren «responsabilidades jurídicas » por su difusión. Sin embargo, llama la atención que Díaz haya evitado valorar el contenido de los mensajes, que revelan un tono despectivo, maniobras internas y una visión cruda del funcionamiento del poder en la Moncloa.
Mientras la sociedad española asimila el impacto de unas conversaciones que han puesto en evidencia las fricciones internas del PSOE y el estilo personal del presidente del Gobierno, Yolanda Díaz opta por dirigir su crítica hacia los filtradores, en lugar de analizar la gravedad de lo que se ha conocido.
«No valoro conversaciones privadas. Y le digo más: me parece gravísimo lo que estamos viendo sobre una causa judicial y espero que se adopten las responsabilidades jurídicas pertinentes», ha declarado Díaz a la prensa en el margen de un viaje profesional.
Díaz afirmó desde Bruselas que «esto no ocurre en una democracia sana«, en referencia a la publicación de los Whatsapp, y añadió que espera que se asuman «las responsabilidades jurídicas que correspondan«.
Con estas palabras, la dirigente de Sumar se sitúa en una posición que muchos analistas ya han calificado de inquietante silencio cómplice ante el contenido de los mensajes. «Soy clara. En mi ejercicio profesional como abogada, lo que estamos viendo aquí no puede suceder», manifestó a los medios.
Yolanda Díaz, «defensora de la transparencia»
Resulta contradictorio que la misma Yolanda Díaz, que en múltiples ocasiones ha defendido la transparencia, la ética pública y la regeneración democrática, se concentre ahora en cuestionar la forma en que se ha conocido una información de interés público, y no en las conductas reflejadas en esos intercambios entre Sánchez y Ábalos.
La gravedad de los WhatsApp —más allá del debate legal sobre su filtración— reside en que muestran a un presidente que desprecia a miembros de su propio Gobierno, realiza juicios personales inaceptables y revela estrategias políticas internas con un tono que muchos han considerado impropio para un líder democrático.
Frente a ello, la reacción de Díaz ha sido puramente defensiva. “Es muy grave lo que está sucediendo. Es gravísimo. Esto no ocurre en una democracia sana”, insistió Yolanda Díaz por los Whatsapp. Pero en ningún momento ha cuestionado el comportamiento del presidente ni ha pedido explicaciones políticas por su contenido.
Con esta postura, Yolanda Díaz se aleja de quienes reclaman transparencia y ejemplaridad, y se acerca peligrosamente a una posición de blindaje institucional que contradice los principios que ella misma ha enarbolado. Lejos de aprovechar la ocasión para marcar perfil propio frente a un PSOE cada vez más cuestionado internamente, se coloca como escudo de un Gobierno que ha perdido credibilidad.