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La verdad no se fabrica con votos

Hace pocos días, Antena 3 organizó una votación popular para elegir a "El español de la historia". El resultado fue patético, aunque lo vieran dos millones de espectadores. Me recordó el fiasco que supone -en general- la supuesta enciclopedia wikipedia, elaborada por los propios internautas. Aunque no es lo mismo, ambas cosas tienen cierto parecido con el esperpento de Eurovisión, donde cada año el espectáculo es más dantesco y pobre, al menos desde el punto de vista musical, pero como es el pueblo el que vota a lo peores, eso los convierte en los mejores.

Se demuestra con todos estos saraos que la democracia no crea la verdad. Puede tener algunas ventajas, pero desde luego es palmario que lo que vote la mayoría no quiere decir que eso sea lo que las cosas son.

¿Qué entenderá la gente por historia? Se me caería la cara de vergüenza si hubiera votado en ese programa de Antena 3 que el decimocuarto español de la historia es Rodríguez Zapatero, o José María Aznar el trigésimo quinto, para que nadie piense que tengo fobias políticas. Es de coña marinera que Isabel Pantoja saliera la número treinta y dos ¡¡o David Bisbal el cuarenta y uno!! ¿Quién es capaz de afirmar que el Bisbal es el español 41 más importante de la historia?, ¿qué hay dentro de la cabeza de ese votante, además de serrín del malo? Y conste que no tengo nada contra Bisbal. Por otra parte, sin negar los méritos o la valía personal, tampoco me parece que la Reina Sofía pueda estar en esta lista, ni siquiera entre los cincuenta primeros y, sin embargo, la colocaron en el cuarto lugar. ¿Hay algo más políticamente correcto que poner en el número uno a Don Juan Carlos?

Aquí tenemos dos problemas serios: uno, el analfabetismo cultural de gran parte de nuestra sociedad, que no sabe historia (ni antigua, ni medieval, ni moderna, ni contemporánea, ni otra ninguna que se le ponga por delante), ni las acciones que han dejado realmente surco profundo en mentalidades, costumbres, tradiciones o directamente gran influjo en millones de personas durante y después de la vida del susodicho o la susodicha. El otro problema es el de los medios de comunicación que, con tal de ganar dinero, organizan los programas más ridículos que se pueden imaginar, aunque tengan consecuencias absurdas. Me parece una pena que se organicen esas cosas queriendo que sean serias, cuando lo suyo hubiera sido que, entre una intervención y otra, hubieran salido al estrado los payasos de la tele con Pipi Calzaslargas o don Pimpón.

No es posible afirmar al mismo tiempo desde idéntico punto de vista que David Bisbal es casi tan "importante" para la historia de nuestro país como Cristóbal Colón o Felipe II. No es cuestión de opiniones. Lola Flores nunca puede llegar ni a la suela del zapato a Miguel de Cervantes, y nuestros votantes los separan sólo por veinticuatro puestos.

A wikipedia le pasa algo parecido: hasta hace poco, cualquiera daba su opinión sobre cualquier tema, aunque fueran solemnes majaderías, y esa opinión tenía el mismo valor que la de un catedrático de universidad con prestigio (que también los hay sin él, por cierto). De hecho, están planteándose cerrarla porque no cumple el fin que se le quiso dar, ser una enciclopedia popular, pero certera. Ahora, puede ser otra cosa, patio de marujas, bareto de peña futbolera, etc., pero nunca una enciclopedia.

No todo en esta vida se puede decidir por mayoría de votos, puesto que el resultado puede ser nefando y nauseabundo, como el programa de Antena 3. Nos reímos con las chorradas que dice la gente sobre "El español de la historia", y no le damos más importancia de la que tiene -ninguna-, pero lo malo es traspasar superficialmente esa mentalidad a los temas importantes de la vida social. Nunca los votos pueden sustituir a la verdad.

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