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Venezuela y América sin Chávez

Cada cierto tiempo surge –y desaparece- un personaje político de relieve como lo fue Hugo Chávez (1954-2013). Sin duda, en estos trece años al frente del país de mis antepasados se configuró como uno de los dirigentes de América Latina con más influencia y proyección universal. A partir de este momento habrá que ver si sus descendientes políticos son capaces de mantener el carisma personal de quien fue padre y mesías para unos y loco perdido para otros.

Su período de trece años de gobierno mezcló admirablemente el típico populismo y su parafernalia adyacente con un izquierdismo caracterizado no tanto por una alineación neta con las ideas de Marx sino más bien por una inquina omnipresente hacia los Estados Unidos y sus aliados geopolíticos. Cuba fue sin embargo el gran amigo de Venezuela hasta para intentar curar sin éxito al ya fallecido Presidente. Quizá Hugo Chávez fue una versión moderna del todo para el pueblo pero sin el pueblo, controlada por un fuerte aparato militar y propagandístico.

Su gobierno se caracterizó por un discurso mesiánico plagado de imágenes grandilocuentes y emocionales lanzadas a la opinión pública a través de los medios de comunicación afines; con ellas llegó de lleno a bolsas amplias de los casi treinta millones de venezolanos cansados de vivir en pobreza, gobernados durante años por personajillos totalmente corruptos en connivencia con sus homólogos extranjeros, y sacudidos por una fuerte crisis energética y financiera mundial.
Si queremos entender a Chávez hay que pensar en que nada hay más triste que ver a tu pueblo machacado por un sistema económico opresor en mitad de un fértil oasis de la naturaleza. Entender no quiere decir justificar un evidente estilo dictatorial trasnochado en Europa. Entender quiere decir entender, hacerse cargo del porqué pasan las cosas en América Latina, meterse en la piel y en la Historia de sus habitantes para saber cómo razonan y cómo respiran.

Desde el puesto 34 en el ranking económico mundial intentó liderar un movimiento populista –cuasi místico religioso- a lo largo y ancho de todo el continente para contrapesar la influencia de las potencias occidentales, tachadas de vampiros de la sangre de los pueblos americanos. Con los petrodólares sembró la semilla del rojo bolivariano por toda América Latina.
Chávez falleció el 5 de marzo, pero es probable que su espíritu político viva todavía un tiempo, hasta que sus hijos se devoren unos a otros.

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