Los vecinos también exigen que los parques tengan una mayor vigilancia y limpieza, porque desde que empezaron las obras se han registrado múltiples botellones que normalmente tenían lugar en la Plaza Basilea.
Por David Fernández
El Canal de Isabel II se encuentra acometiendo una serie de reformas en cuanto al suministro de agua -cambiando y actualizando el sistema de cañerías por otro más modernizado- en el barrio de La Guindalera, en el distrito de Salamanca. Sin embargo, este conjunto de mejoras trae a los vecinos descontentos por cómo se están produciendo dichas acometidas.
El enfado no es otro que la falta de comunicación de la empresa responsable al momento de levantar el asfalto de la calzada en las calles que rodean la Plaza Basilea, para poder llevar a cabo una planificación en establecimientos y aparcamientos de los residentes.
Además, las protestas ya han sido trasladadas al Ayuntamiento de Madrid y al Canal de Isabel II por parte de asociaciones vecinales e incluso por parte de ciudadanos que han llamado a través del teléfono 010, pero no han recibido respuesta alguna.
Esto, para solicitar que se autorice a los vecinos residentes que pagan la tarjeta Ser que puedan aparcar sin coste alguno en las zonas azules, o que se les exima de pagar la cuota anual. Dicha situación está causando serios trastornos en el barrio, y lo peor es que puede prologarse unos tres meses más, período que está fuera de los seis meses inicialmente programados.
De este modo, los trabajos podrían llegar a los ocho o nueve meses aproximadamente. «Podríamos cerrar a las 14 horas y regresar a las 17 para abrir de nuevo, pero actualmente no podemos hacerlo porque nos encontramos con vallas en el medio», afirman propietarios de locales de la zona.
Asimismo, se quejan de que no son avisados en el momento de quedarse sin agua y a veces sin luz, con cortes que oscilan entre las tres y las seis horas, en ocasiones, durante tres días continuados o en horario comercial, siendo comunicados de lo acontecido únicamente al contactar con las empresas responsables del suministro.
«No podemos descansar, porque paran a las 14 horas y a las 15 ya están taladrando el suelo», prosiguen. Dados los continuos cierres de calles sin previo aviso, los vehículos se encuentran llenos de arena, pequeños restos del asfalto extraído al picar, y esto a ojos de muchos propietarios que no pueden quitarlos del lugar estacionado al encontrarse de vacaciones.
Esta situación se está agravando a medida que pasan los días, con el inicio del año escolar la semana próxima o a finales de agosto, cuando los residentes regresen a sus viviendas y aumente la escasez de aparcamientos ya existente y que, con estas obras, ha empeorado.
La preocupación de la vecindad en general se extiende además a aquellas personas con discapacidad o mayores con movilidad reducida que están encontrándose con grandes problemas en su día a día, porque han encontrado motocicletas o bicicletas en las aceras estacionadas junto al alumbrado público o a las fachadas de los edificios.
Por si fuera poco, han denunciado que las farolas en diversas ocasiones han presentado averías o se encienden mucho más tarde, por lo que el conjunto de vecinos solicita a las empresas que se le habiliten lugares para aparcar, horarios de carga y descarga, una comunicación de los cortes tanto de luz como de agua que se produzcan, y la reparación de las farolas, bancos y aceras.
Finalmente, también exigen que los parques tengan una mayor vigilancia y limpieza, porque desde que empezaron las obras se han registrado múltiples botellones que normalmente tenían lugar en la Plaza Basilea, y ahora se han trasladado a los diferentes parques, molestando a propietarios de mascotas y otros transeúntes.
