La denuncia estaría directamente relacionada a una compañía farmacéutica llamada Fresenius que, según comentó José Manuel Aparicio Adarbe, » fue condenada en Estados Unidos por la mala praxis que ejercían en España»
José Manuel Aparicio Adarbe, un ex Guardia Civil que desde hace cinco años espera un trasplante de riñón y, mientras tanto, se somete a un tratamiento de diálisis domiciliaria cinco veces a la semana y tres horas al día, ha denunciado en una entrevista concedida en exclusiva a El Distrito que lo han intentado envenenar tras destapar «la mafia de la diálisis» en España.
El intento de envenenamiento ocurrió hace meses, cuando se disponía a llevar a cabo el procedimiento descrito anteriormente y se percató de que en el tubo de la diálisis se encontraba «un cuerpo extraño». Acto seguido, suspendió el tratamiento inmediatamente, guardó el tubo en una bolsa y la metió en el frigorífico para llevarla al Hospital Gregorio Marañón, con el fin de que se realizaran los correspondientes análisis.
Su nefróloga le aseguró no haber visto algo así en su vida, al igual que el resto de médicos a los que ha consultado. «El cuerpo extraño estaba en un tubo precintado para hacer la diálisis, yo lo he quitado inmediatamente porque he tenido la fortuna de verlo, si no lo llego a ver, estaría muerto», cuenta Aparicio.
Pasado un tiempo desde el Gregorio Marañón no le daban respuesta, hasta que luego de «una buena temporada», le comunican que han derivado la investigación a un laboratorio privado, pues allí «no tienen idea de lo que es».
«Yo estaba ya más que indignado, y de repente me llega el informe del Instituto de Toxicología de la Defensa, el cual afirma que el cuerpo extraño hallado en el tubo tiene uranio, cobalto, arsénico, talio, selenio, berilio, entre otros venenos. ¡Y todo eso me lo ponen por escrito!», exclama el ex Guardia Civil, aún sorprendido por la gravedad del hecho.
El ex espía ruso Alexander Litvinenko, quien en vida fuese un duro crítico del presidente Vladímir Putin, murió tras ser presuntamente envenenado con talio, uno de los elementos hallados en el «cuerpo extraño» que se encontraba en el tubo de diálisis de Aparicio, quien visto lo visto no tiene dudas de que han intentado matarle.
«El talio lo ha utilizado Putin para quitarse del medio a disidentes porque no deja huella, pues provoca un proceso de infarto y, cuando analizan el cuerpo en la autopsia, no encuentran nada, por lo que declaran muerte natural. En mi caso hubieran dicho que es porque tengo tanto tiempo con las máquinas, que ya me han reventado. Las patologías previas, como le llaman ahora», sentencia.
La explicación que halla Aparicio para ese intento de envenenamiento en su contra, es que a raíz de su enfermedad y sus conocimientos como Guardia Civil se ha dedicado a investigar «la mafia de las diálisis» y, además, asevera que se ha «metido mucho con la masonería», un tema que lleva 15 años estudiando.
«A mí me quieren quitar del medio porque soy un obstáculo para ellos, yo sé que soy un estorbo para ellos. No soy un conspiranóico que se lo está inventando, tengo pruebas y a ellas me remito. Esto afecta a más de 30.000 pacientes de diálisis en España que, dependiendo del hospital, consiguen un trasplante o se mueren. Están matando gente por dinero», ha denunciado.
«La mafia de las diálisis»
Al ser preguntado sobre a qué se refiere específicamente con «la mafia de las diálisis», Aparicio lo cuenta todo con lujos y detalles. Ahonda en que todo empezó cuando estuvo en el Hospital Infanta Sofía de Alcobendas y se enteró de que allí no se estaban practicando ningún tipo de trasplantes renales.
«Para mi asombro, hace cuatro años que no han realizado ningún trasplante renal, excepto uno que se realizó a un hombre que ahora está vivo gracias a que su hermano le donó el riñón, pero el resto de gente se está muriendo porque no recibe el trasplante», ha contado.
Por ello, el ex Guardia Civil emprendió una investigación por su cuenta y contactó a la Unidad de Delitos Sanitarios, lo que le permitió entrevistar a una paciente que ya falleció y que había denunciado a la Guardia Civil y a un teniente de la Unidad Central Operativa (UCO), «porque le estaban forzando a tomar medicamentos experimentales sin darle prospectos para que supiera de qué medicamentos se trataba».
«La UCO le dijo que pidiera inmediatamente el prospecto porque estaba recibiendo un tratamiento experimental que no había pasado por Sanidad. En ese período de tiempo que tomó ese medicamento la señora se cayó en su casa, se abrió la frente, entró una vecina que la encontró desmayada y ya fue el detonante para que esta señora lo pidiera con vehemencia en la clínica de diálisis, exigiendo el prospecto o el nombre de la medicina, a lo cual se negó la clínica y de forma súbita la llamaron para decirle que ya tenían el trasplante», relata Aparicio.
Acto seguido, la UCO «miró a ver qué antigüedad tenía la señora en el trasplante», pues a ella le constaba por escrito en los informes que llevaba dos años en lista de espera, pero la UCO por un contacto se enteró de que nada más llevaba 15 días.
«Para quitársela del medio la metieron en la lista de espera y le pusieron el trasplante, con la mala fortuna de que como estaba el Covid en su pleno apogeo, contrajo el virus y murió. Si le hubiesen puesto el trasplante en tiempo y forma, no le hubiera dado Covid y estaría viva», lamentó.
Fresenius
Este hecho delictivo, siempre en palabras de Aparicio, está directamente ligado a una compañía farmacéutica llamada Fresenius que, según comentó, » fue condenada en Estados Unidos por la mala praxis que ejercían en España».
«Allí les metieron 220 millones de dólares en multas, pero aquí en España no pasó nada. A la directora de Nefrología involucrada que recibía pagos, lo cual se demostró, por un millón de euros, regalos de joyas, viajes, etc, la cambiaron de destino y no pasó nada. Al otro involucrado grande que también se demostró que había recibido un dinero le cambiaron de destino, no fue a la cárcel y no pasó absolutamente nada, por lo que Fresenius sigue operando en España con múltiples clínicas de diálisis, donde tienen las máquinas, que se han adjudicado a dedo», señaló.
A su juicio, «la praxis delictiva se encuentra en que algunos hospitales de la Seguridad Social no están haciendo los trasplantes para que se llene la sala y, en el momento en que la sala está llena y entra otro paciente, lo derivan a la privada, que cobra 456 euros por día. La mitad de los pacientes renales de España prácticamente están en las clínicas de Fresenius, lo cual implica que a diario reciben unos tres millones de euros».
«Hay doctores que estoy seguro que están en el lío, porque es imposible que, por ejemplo, la clínica de Bellvitge en Barcelona haga en un año 190 trasplantes de riñón, y que el Hospital Infanta Sofía en cuatro años haga uno y porque han donado el riñón», ha añadido.
Aparicio no duda en afirmar que los implicados «están seguros de que son completamente intocables», pues detalla que la UCO también visitó la inspección nacional de la Seguridad Social «y se pusieron blancos, nerviosos perdidos, porque ellos son los que deberían vigilar que todo funcione bien».
«Como me ha dicho la UCO, aquí hay gente metida de un nivel tremendo, tanto políticos como empresarios, médicos, de todo. Yo he denunciado esto en múltiples ocasiones a través de mi canal de YouTube, donde he atacado todo esto con mucha saña, y la UCO ya lleva tres años investigando este tema», manifestó.
Totalmente indignado por estos hechos irregulares que denuncia, el otrora Guardia Civil se pregunta «cómo es posible que en Estados Unidos condenen a Fresenius por lo que están haciendo en España, y aquí no».
«Como Fresenius es una empresa que cotiza en Bolsa, tiene que tener un modus operandi limpio del todo. Por ello en EEUU detectaron el tema en España por derivación de pagos y alguien se chivó desde allá, lo que provocó que la empresa tuviera que pagar 220 millones de dólares en condena firme», ha indicado.
Así las cosas, Aparicio ha lamentado que la Guardia Civil «haya cambiado tanto» desde que se retiró: «Antes nos tirábamos a la piscina sin agua, ahora tienen miedo de meterse donde no deben porque hay connotaciones políticas dentro del Ministerio de Sanidad, de lo contrario es imposible que no les hayan cogido, sin convivencia es imposible».
«El punto es que han investigado a varios doctores, les han mirado las cuentas corrientes y alguno que particularmente yo creo que está dos metros y medio metido en el fango, lo único que ha hecho es comprarse ahora un coche nuevo de 30.000 euros. Pero claro, como Fresenius es una multinacional que está en la mayoría de los países del mundo, factura una bestialidad de dinero, es un monstruo», ha finalizado.