El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha afirmado antes los periodistas en La Casa Blanca, que existe un acuerdo con Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania. Esta afirmación llega en un momento delicado, coincidiendo hoy con uno de los ataques más devastadores sobre Kiev desde el inicio del conflicto, lo que ha despertado dudas sobre la consistencia y transparencia de su política exterior. Aunque ha anunciado sanciones a Moscú si no hay avances antes de finales de abril.
El mandatario estadounidense no especificó qué tipo de acuerdo se ha alcanzado, ni bajo qué términos. No obstante, presentó su declaración como un paso decisivo hacia la paz en Ucrania. Estas declaraciones han sido recibidas con escepticismo tanto dentro como fuera de Estados Unidos, especialmente tras los recientes bombardeos rusos sobre Kiev.
Kiev sufre el mayor ataque del año tras el anuncio de Trump
Pocas horas después de que el presidente norteamericano anunciara ese supuesto entendimiento con Moscú, Kiev fue atacada con 145 drones y 70 misiles, 11 de ellos balísticos. Se trata de uno de los bombardeos más intensos desde el inicio de la invasión en 2022.
Según las autoridades ucranianas, ocho personas murieron y más de 70 resultaron heridas, entre ellas varios niños. El distrito de Sviatoshynskyi fue uno de los más afectados, con incendios generalizados y daños severos a infraestructuras civiles.
La contradicción entre el discurso de paz y la realidad bélica
Donald Trump ha reiterado en múltiples ocasiones que mantiene una línea directa con el presidente ruso, Vladímir Putin, y que sería capaz de llegar a un alto el fuego en cuestión de días. Sin embargo, la escalada militar en Ucrania contradice su narrativa de éxito diplomático.
Lejos de reducir la tensión, los ataques rusos han aumentado en intensidad, lo que hace dudar de que exista voluntad real por parte del Kremlin de alcanzar un acuerdo. La declaración de Trump ha sido interpretada por muchos analistas como una herramienta electoral, orientada a fortalecer su imagen de líder fuerte y negociador eficaz, más que como una solución realista al conflicto.
En sus últimas declaraciones, el presidente estadounidense dejó claro que, según su visión, el obstáculo para alcanzar la paz es Ucrania, no Rusia. “Con Rusia ya tenemos el acuerdo. Ahora hay que conseguirlo con Zelenski”, dijo, en referencia al presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Aunque cerrar la negociación del fin de la guerra parece lejano, tras las declaraciones de Zelenski al afirmar que no reconocería la ocupación de Rusia de la península de Crimea como parte de un acuerdo de paz.
El ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Andrii Sybiha, dijo en X que los «ataques brutales» mostraron que Rusia, no Ucrania, era el obstáculo para la paz. No hubo ningún comentario inmediato por parte de Rusia sobre el ataque nocturno.
Putin sigue sin confirmar el acuerdo
A pesar de las afirmaciones de Trump, el Kremlin no ha confirmado la existencia de ningún acuerdo con Estados Unidos. Tampoco ha habido avances formales hacia un alto el fuego ni señales de desescalada. Al contrario, el aumento de la ofensiva en Kiev sugiere una estrategia rusa centrada en ganar terreno militar antes de cualquier negociación.
Esto ha llevado a expertos en relaciones internacionales a preguntarse si Trump está siendo manipulado por Moscú o si, simplemente, está fabricando un discurso con fines internos sin base diplomática real. Mientras Kiev es atacada con misiles balísticos, el discurso de paz promovido por la Casa Blanca parece desconectado de los acontecimientos reales.
Lejos de calmar los ánimos, las declaraciones de Trump han avivado la polémica, alimentando el debate sobre el papel de Estados Unidos en el conflicto y su relación con el Kremlin.
Las conversaciones en Londres este miércoles con el objetivo de lograr un acuerdo permitieron un «progreso significativo» para alcanzar una «posición común sobre los próximos pasos», según una declaración conjunta de Gran Bretaña, Francia y Alemania. Pero las conversaciones fueron rebajadas horas después de una decisión por parte de La Casa Blanca de que el secretario de Estado, Marco Rubio, no asistiría.
