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Sicilia, la bella desconocida

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“Sin ver Sicilia nadie puede hacerse una idea de Italia. Es en Sicilia donde se encuentra la clave de todo”. Así escribía Goethe, en 1787, al concluir su viaje por la hermosa isla mediterránea. En ella encontró el sentido de la vida y la viva realidad de la poesía de Homero. Como también hallaron su fuente de inspiración ilustres escritores sicilianos como Pirandello, Lampedusa, Sciascia. Sólo tres kilómetros separan Sicilia de la península itálica. Pero esta mítica isla es un mundo aparte bastante desconocido. Para descubrirlo, el visitante puede optar por distintos itinerarios. Desde el de su dinámica capital, Palermo, o el del sosegado ambiente de la costa de Taormina, hasta los que ofrecen las ciudades mágicas de Agrigento, Messina, Siracusa, etc. Sin perderse, eso sí, la inquietante belleza de Catania, cuyo volcán, Etna, pone a menudo en vilo a sus habitantes. Hasta el viajero siente un cierto escalofrío al contemplar en la cercanía este fenómeno vivo de la naturaleza. Una emoción que también le acompañará durante sus recorridos próximos al mar Jónico, al no poder resistir la tentación de dirigir, una y otra vez, su mirada hacia el volcán en lontananza.

El interior de Sicilia alberga pocos pueblos. Es precisamente en las costas de sus tres mares donde se encuentran las principales y más apasionantes ciudades. Palermo, su capital, fascina por su atmósfera, la arquitectura de sus edificios, sus bellos monumentos y emblemáticos palacios, las antiguas iglesias, y sus numerosos museos. Merece la pena perderse por el centro de Cefalú o por la concurrida Piazza Vigliena, en el barrio de Quatro Canti, disfrutando de sus fiestas populares. Y tomar, asimismo, un reposado baño en las cristalinas aguas de la playa de Mondello.

En Taormina tampoco puede perderse el visitante el magnífico teatro greco-romano, con sus grandes espectáculos, los palacios medievales (Duchi Santo Stefano, Corvaja, Ciampoli, etc.) y los portales. O asistir a sus milenarias tradiciones. Taormina es una ciudad ideal para pasear y reponer fuerzas en una de sus innumerables y atractivas terrazas. Y, aunque desde aquí las panorámicas del Etna son también extraordinarias, acercarse al volcán es toda una experiencia irrepetible (desde la Piazza Vicenzo parten continuamente excursiones para visitarlo).

Por sus maravillosos y abundantes monumentos dóricos, por su cielo color cobalto, por su clima salubre, y por sus incomparables vistas, Agrigento es otro de los lugares en el que el viajero se resiste a abandonar. El Valle de los Templos, por ejemplo, es un paisaje fascinante. Y las ruinas de Selimonte y el teatro de Segesta son visitas obligadas.

Por último, Catania, ‘la capital turística’, está ubicada al pie del volcán Etna. Este es el telón de fondo de las principales vías de la ciudad. Su perfecta alineación urbana se debe a que fue reconstruida después de que una erupción del volcán la enterrara en 1669, y, algunos años después, un catastrófico terremoto la redujera a un montón de ruinas. No en balde ya advertía Silio Itálico, que “cuando el Etna tose, Catania tiembla”. Pero hoy, sus lugares de interés son abundantes: entre otros, el anfiteatro romano, las termas de Aquileas y el Jardín Bellini. Entre Agrigento y el aeropuerto de Catania  vale la pena detenerse en Piazza Armerive para admirar los impresionantes mosaicos de la Villa de Casale, con sus mitológicas escenas de caza y sus célebres ‘chicas del biquini’. Sicilia es, pues, el resultado de tres culturas: la romana, la griega y la árabe. Un mestizaje que ha sobrevivido el transcurrir de los siglos y que cautiva al viajero al encontrar miles de razones para descubrirla.

www.franciscogavilan.net.
Más info: Agencia Turismo Italiano,
Paseo de Castellana, 149. 28046 Madrid; Tel. 91.5670670;
e-mail: [email protected]

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