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La pasión, la muerte y la resurrección de Jesús

Por Raad Salam Naaman

Para el cristiano, la Semana Santa es la conmemoración anual cristiana de la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Por eso, es un período de intensa actividad litúrgica dentro de las diversas confesiones cristianas. Da comienzo con el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de Resurrección.

Como cristiano católico practicante, para mí, la Semana Santa es el tiempo ideal para meditarse sobre nuestras acciones, los cambios que debemos realizar para acercarnos más a Dios y cumplir con sus mandamientos. Además, la Semana Santa es un tiempo para dedicarse a la oración, reflexionar sobre Jesucristo y preguntarnos ¿Por qué la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús?

Jesús tenía que derramar su sangre vital en muerte para el rescate de nuestros pecados. Como dijo Juan el apóstol de Jesús en (1 Juan 1:7) “La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado”. De manera que una razón importante por la cual Jesús vino a la tierra, para morir por nosotros. Jesús dijo en (Mateo 20:28) “de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos”.

La vida humana perfecta de Jesús se dio para liberar a la humanidad del cautiverio al pecado y la muerte. Esto se debía a que Adán, el antepasado de todos nosotros, se había rebelado contra Dios. Así, el acto de desafuero de él lo había convertido en pecador, puesto que la Biblia explica que “el pecado es desafuero”. El resultado de esto fue que Adán no mereció recibir la vida eterna. Así que Adán perdió para sí la vida humana en perfección en una Tierra paradisíaca. También hizo así que todos los hijos que él tendría perdieran esta maravillosa perspectiva. ¿Por qué tenían que morir todos sus hijos, si quien pecó fue Adán? Esto se debe a que Adán, al hacerse pecador, pasó el pecado y la muerte a sus hijos, incluso a todos los humanos que vivimos hoy (Romanos 5:12) “Por eso, así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado”. En esto está envuelto un principio legal que se halla en la ley que Dios dio a la nación de Israel. Este declara que “se debe dar vida por vida” (Éxodo 21:23). Por su desobediencia, Adán el hombre perfecto perdió la vida perfecta en una Tierra paradisíaca para sí mismo y para todos sus hijos. Jesucristo dio su propia vida perfecta para volver a comprar lo que Adán había perdido.

¿Qué celebramos o conmemoramos durante la Semana Santa? Los acontecimientos más importantes de la Semana Santa son:

-Domingo de Ramos: la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, junto a sus discípulos, sentado sobre un asno. En el camino, un gran muchedumbre le recibe aclamándole, tendiendo en sus manos ramas de palmeras, gritando ¡Hosanna al Hijo de David, Bendito el que viene en el nombre del Señor, Hosanna en las alturas! Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. ¿Quién es este? preguntaban. Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea contestaba la gente, (Mateo 21:9-11). Es el cumplimiento de la Profecía de (Zacarías 9:9) “¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna”.

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Martes Santo: por la noche Jesús celebra la Pascua, Última Cena, con sus discípulos. Jesús sabía que se acercaba el momento de su muerte y anhelaba celebrar la Pascua con sus discípulos y amigos. Dio instrucciones precisas a Pedro y a Juan para que encontraran y prepararan el lugar donde la celebrarían. Una vez allí, Jesús les anunció que uno de ellos le traicionaría. Aun sabiendo esto, Jesús continuó la cena con sus discípulos, aquellos con los que había vivido, llorado y reído durante sus tres años de ministerio. Partió el pan y compartió la copa de vino con ellos por última vez aquí en la tierra. Fue en ese momento que se instituyó la Santa Cena o la Cena del Señor en memoria de Jesús y su sacrificio en la cruz. Luego tomó la copa, dio gracias y dijo: Tomen esto y repártanlo entre ustedes. Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios. También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí, (Lucas 22:17-19).

¿Qué estaban celebrando Jesús y los Apóstoles en la Última Cena?

Jesús nació, se creó y vivió como judío. Jesús celebraba con sus Apóstoles la Pascua judía, la conmemoración de la liberación de Egipto (Pesaj), (Éxodo 12:17-18) “Guardad la fiesta de los Ázimos, porque en ese mismo día saqué yo vuestros ejércitos de la tierra de Egipto. Guardad este día de generación en generación como decreto perpetuo. Comeréis ázimos en el mes primero, desde la tarde del día catorce del mes hasta la tarde del día veintiuno”. En esa Cena Pascual se comía, igual que aquella noche antes de salir de Egipto, un cordero sacrificado. Jesús sustituye al cordero pascual por Sí mismo. El se entrega como “verdadero Cordero Pascual”, a ser sacrificado en la Cruz al día siguiente. El Evangelio de (Juan 13:1-17), relata que Jesús después de la Última Cena, se levantó y echó agua en una vasija, comenzó a lavar los pies de sus discípulos y a secarlos con su toalla, para darnos ejemplo de humildad. Jesús necesitaba prepararse para su hora más difícil y se dirigió a un jardín con sus discípulos para orar. Una vez allí, pidió a Pedro, Juan y Jacobo que le acompañaran mientras oraba al Padre por fortaleza para lo que debía enfrentar. Sin embargo, sus discípulos sucumbieron ante el cansancio y en lugar de orar e interceder por él, se durmieron. Dios no le abandonó: envió un ángel para fortalecerlo en ese momento de angustia (Lucas 22:41-46).

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Cuando terminó de orar, Jesús tuvo que soportar la traición de Judas y la negación de Pedro. Jesús soportó valientemente y en silencio toda la humillación, los azotes, las burlas, los escupitajos y todo el horror además del abuso físico y emocional que sufrió durante su arresto y su crucifixión. Lo hizo por amor y lo hizo por cada uno de nosotros.

-Miércoles Santo: por la mañana, tiene lugar la primera sesión del Sanedrín, que escucha a los testigos. Por la noche, Jesús la pasa en la cárcel de los judíos.

-Jueves Santo: por la mañana, delibera por segunda vez el Sanedrín y condena a muerte a Jesús. Inmediatamente es llevado ante Pilato, quien lo interroga y lo envía a Herodes. Esa noche, Jesús la pasa en la cárcel de los romanos.

Viernes Santo: por la mañana Pilato recibe por segunda vez a Jesús. Lo hace flagelar, lo corona de espinas, pronuncia la sentencia, y lo manda a crucificar. A las tres de la tarde, muere en la cruz. La muerte en la cruz era una muy vergonzosa y dolorosa, se utilizaba contra los peores ladrones y malhechores. La muerte no ocurría de forma inmediata, la persona pasaba por horas de angustia e inmenso dolor. Además del dolor intenso y de la humillación por su desnudez Jesús tuvo que soportar las burlas casi constantes por parte de los que observaban o pasaban cerca de él. Sin embargo, Jesús no se rindió ni echó atrás, sin temor ni temblor y con valor aguanto el camino a la muerte en la Cruz, conocido como El Vía Crucis. El Vía crucis es una devoción centrada en los Misterios dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio al Calvario, representan los episodios más notables de la Pasión. El Vía crucis tradicionalmente consta de 14 estaciones:

Primera Estación: Jesús es condenado a muerte.

Segunda Estación: Jesús carga la cruz. Tercera Estación: Jesús cae por primera vez.

Cuarta Estación: Jesús encuentra a su madre María.

Quinta Estación: Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz. Sexta Estación: Verónica limpia el rostro de Jesús.

Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez.

Octava Estación: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén. Novena Estación: Jesús cae por tercera vez.

Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras. Undécima Estación: Jesús es clavado en la cruz.

Duodécima Estación: Jesús muere en la cruz.

Decimotercera Estación: Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de su madre. Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado.

Jesús soportó la cruz para vencer el poder de la muerte al resucitar y para darnos acceso a la vida eterna (Mateo 27).

-Sábado Santo: es el tercer día del Triudo Pacual, por tanto es un día de silencio y reflexión en el cual los cristianos conmemoran a Jesús de Nazaret en el sepulcro y su descenso al Abismo. El Sábado Santo concluye con la celebración de la Vigilia Pascual, que es una celebración litúrgica que se realiza en la víspera del Domingo de Resurrección, día que finaliza la Semana Santa. El Sábado Santo no es una extensión del viernes Santo, día en que se rememora la pasión y muerte de Jesús. El Sábado Santo es un día de dolor y tristeza que se destina para el silencio, luto, y reflexión, así como lo hicieron en el sepulcro María y los discípulos.

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-Domingo de la resurrección: El primer día de la semana, a los tres días de la muerte del Señor Jesús, algunas mujeres se dirigieron al sepulcro pues querían ungir su cuerpo. Al llegar allí, vieron que la piedra que sellaba el sepulcro había sido removida, y un ángel les dio la noticia sobre la resurrección de Jesús. ¡Jesús resucitó! La muerte no pudo vencerle. Tal como el salmista y el mismo Jesús habían profetizado, la muerte no pudo retenerle. Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. ¡La paz sea con ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron. ¡La paz sea con ustedes! repitió Jesús. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes, (Mateo 28) (Marcos 16) (Lucas 24) (Juan 20).

¿Qué aprendemos de la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús? Sobre todo, en estos tiempos tan difíciles que estamos viviendo con esta maldita pandemia que está extendida en todo el mundo. ¡Parece tan injusto que la muerte o un maligno virus tenga el poder de arrebatarnos a un ser querido! Y cuando sucede, la idea de que nunca más podremos hablar y reír con él ni abrazarlo, puede resultar casi insoportable. Ese dolor no desaparece necesariamente porque nos digan que la persona querida está en el cielo.

La resurrección de Jesús es el grito de victoria sobre la muerte y sobre el poder del pecado. Al resucitar, quedó demostrado, lo que Jesús había dicho en (Juan 10:30) “Yo y el Padre somos uno”, era verdad. En ningún otro momento de la historia otro ser humano ha logrado resucitar por sí mismo.

Jesucristo prometió en (Juan 5:21,28,29) “Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere…llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz (Jesús) y saldrán”. En efecto, Jesucristo prometió que millones de muertos volverán a la vida y tendrán la perspectiva de permanecer para siempre en el paraíso.

¿Podemos nosotros creer realmente en la promesa de la resurrección?

Sí, no cabe la menor duda, que Dios tiene el deseo y el poder de cumplirla. ¡La muerte no pudo contener a Jesucristo! Gracias a que creemos en Él como Señor y Salvador, sabemos que viviremos con él por la eternidad, (Juan 17:3) “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo”.

Raad Salam Naaman es un cristiano católico caldeo de origen iraquí, español de nacionalidad, Doctor en filología árabe, Estudios Árabes-Islámicos y Ciencias Religiosas.

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