Pedro Sánchez se ha convertido en el principal aliado de la dictadura comunista china en Europa. Bajo su liderazgo y con la influencia directa de José Luis Rodríguez Zapatero, España ha pasado de ser una democracia europea con voz propia a actuar como satélite de Pekín.
La sombra de Zapatero y la tutela china
El expresidente Zapatero no se ha retirado de la política. Muy al contrario: se ha consolidado como el enlace directo entre China y el poder político en España. Su papel como defensor de regímenes autoritarios no es nuevo: su vinculación con Nicolás Maduro, su blanqueo constante de dictaduras y su implicación en el Grupo de Puebla lo convierten en el perfecto facilitador de la agenda global del comunismo chino.
Según diversas fuentes, Zapatero es quien susurra al oído de Pedro Sánchez, quien no toma decisiones de calado sin consultar con su mentor. Este tutelaje político no es simbólico: es estratégico. En el momento más crítico de su mandato, cuando Sánchez fingió una “reflexión personal” de cinco días, fue Zapatero –presuntamente siguiendo instrucciones desde China– quien le convenció para no dimitir.
Pedro Sánchez y la entrega de España a China
La relación de Pedro Sánchez con China va mucho más allá de la diplomacia. Desde su llegada al poder, ha visitado Pekín en tres ocasiones, más que a muchos socios europeos clave. Y lo ha hecho no como un líder europeo independiente, sino como un gestor obediente de una agenda ajena.
España ha abierto sus puertas a una oleada de inversiones chinas en sectores estratégicos: energía, infraestructuras, telecomunicaciones, tecnologías limpias. Inversiones que, lejos de estar sometidas a controles, han sido recibidas con entusiasmo ciego por el Gobierno.
La compra por parte de China Three Gorges de la planta solar de Mula en Murcia es solo un ejemplo. Las cifras bailan en los titulares, pero el fondo del asunto es claro: España está cediendo activos clave a una dictadura comunista, mientras la Unión Europea alerta de los peligros de la dependencia estratégica.
España como satélite chino en Europa
La política exterior de Pedro Sánchez ha convertido a España en el puente geopolítico de China hacia Europa. Bajo un disfraz de modernización económica y transición ecológica, se está consolidando una red de influencia sin precedentes. El Gobierno no solo ha facilitado inversiones, sino también la infiltración ideológica.
Personajes cercanos al régimen chino, algunos vinculados a empresarios como Aldama, han sido introducidos en entornos institucionales clave. Las sospechas de vínculos con redes de espionaje o intereses opacos no han impedido su ascenso. En este contexto, cabe preguntarse: ¿hasta dónde llega la sumisión de Sánchez al Partido Comunista Chino?
El silencio de las instituciones europeas
Mientras Bruselas habla de “soberanía estratégica” y urge a los Estados miembro a reducir su exposición a regímenes totalitarios, España hace justo lo contrario. Sánchez no solo ignora las advertencias: las contradice con cada viaje a China, cada acuerdo sin transparencia y cada cesión política sin contrapartidas democráticas.
Un gobierno sin patria, una agenda sin alma
Pedro Sánchez no gobierna para los españoles. Gobierna para mantenerse en el poder. Y para lograrlo, ha vendido parte del alma del país a quienes no creen en la libertad, los derechos humanos ni la democracia. La sumisión a China no es un accidente: es una estrategia. Una estrategia dirigida por Zapatero y ejecutada por Sánchez, con consecuencias devastadoras para la soberanía nacional.
La historia juzgará con dureza esta etapa: la de un presidente que entregó España a una dictadura extranjera, mientras se presentaba como defensor del progreso.