Jamás, en la historia de España, de Europa y probablemente del mundo, se ha visto un nivel de repulsa popular tan extremo hacia un jefe de Gobierno como el que hoy provoca Pedro Sánchez. El rechazo no es circunstancial, ni se limita a las redes sociales: es un odio abierto, brutal, masivo e inagotable.
Sánchez no puede asistir a ningún acto público sin ser recibido entre abucheos. Gritos como “Sánchez, hijo de la gran puta” se repiten incluso en eventos donde ni siquiera está presente. En el reciente derbi Betis-Sevilla, miles de personas corearon ese grito. En la plaza de toros de Las Ventas, alguien gritó “¡Imagínate que es Sánchez!” justo antes de una estocada, y la plaza estalló en carcajadas y aplausos.
Un rechazo nunca visto ni con otros presidentes polémicos
Ni siquiera con figuras tan discutidas como José Luis Rodríguez Zapatero —quien pactó con ETA y blanqueó a sus criminales como actores políticos—, o Azaña y Prieto, cuyos errores precipitaron la Guerra Civil, se vivió algo semejante.
La razón de este odio colectivo tiene fundamentos objetivos: el empobrecimiento generalizado del país, la presión fiscal desmesurada, y el saqueo institucionalizado por parte del Gobierno.
España, a la cola de Europa en renta per cápita
Desde la pandemia, España es el único país de Europa donde las familias se han empobrecido. Seis países nos han superado en renta per cápita y otros cinco están a punto de hacerlo. El esfuerzo fiscal, es decir, la presión fiscal sobre la renta disponible, es el mayor de todo Occidente. El 26% de las familias vive bajo el umbral de la pobreza y el 50% tiene serias dificultades para llegar a fin de mes.
Mientras tanto, Sánchez ha colocado a más de 2 millones de funcionarios y enchufados con sueldos que superan los 40.000 euros anuales. Además, mantiene a más de 1.000 asesores personales con salarios de 80.000 a 90.000 euros anuales —el doble que en el resto de gobiernos europeos.
Sánchez ha impuesto o creado casi 90 impuestos nuevos
En total, estos nuevos tributos suponen un robo legalizado de 69.000 millones de euros anuales a los ciudadanos, con el único fin de sostener 16.000 chiringuitos ideológicos de la izquierda. Por si fuera poco, el sistema fiscal discrimina territorialmente: los vascos no ingresan en el Tesoro público los IVAs de los productos que venden en el resto de España, lo que implica un robo de 14.000 millones de euros anuales al conjunto del país. Ahora, Sánchez ha prometido una Hacienda propia para Cataluña, lo que supondría otros 30.000 millones de euros robados al resto de los españoles.
Política energética suicida: prohibiciones y apagones
La traición de Pedro Sánchez va más allá de la economía: ha prohibido la explotación de nuestros propios recursos naturales. Mientras Marruecos extrae millones de toneladas de petróleo cerca del Sáhara, España tiene prohibido explotar su propia plataforma continental, incluidas las Islas Canarias. Esta locura también impide el aprovechamiento de tierras raras fundamentales para la tecnología moderna, especialmente abundantes en Castilla-La Mancha.
Ha impuesto impuestos confiscatorios a las eléctricas para obligarlas a cerrar las centrales nucleares, que son las más limpias, seguras y baratas. El resultado: apagones masivos, algo impensable en cualquier país desarrollado.
Un gobierno de forajidos al servicio de intereses ajenos
Pedro Sánchez y su gobierno no solo están expoliando a los españoles, sino que además impiden que podamos desarrollarnos como nación. Imponen la ruina fiscal y energética mientras protegen privilegios territoriales y financian redes ideológicas con dinero público.
Estamos ante una auténtica traición a España. Su política económica, energética y territorial constituye un delito de lesa patria. No es odio irracional, es una reacción legítima ante el expolio sistemático de un Gobierno que ha convertido la Moncloa en una maquinaria contra los intereses del pueblo español.
Por Roberto Centeno, Catedrático de Economía
1 comentario en “El odio inagotable del pueblo español a Pedro Sánchez: una reacción sin precedentes”
este mequetrefe será catedrático. pero con un conocimiento muy profundo y ejemplar de lo que es tener un cerebro tarado corto y super disciplinado del franquismo. si fuese mi profesor cambiaba de asignatura.