Soy asiduo espectador de los mejores dibujos americanos -Los Simpson- en los que se censuran muchas de las cosas que padecen los sobrinos del Tío Sam, entre ellas la televisión. La peor televisión americana, según estos dibujos, es la pública. Quien se precie de tener un dólar, deberá gastárselo en televisión privada. Exactamente eso ocurre con la televisión pública española. Y un ejemplo de la peor calidad de “tele” que se puede contemplar en Madrid es la que ofrecen los sábados y los domingos sin tener que pagar. Nos brindan las peores películas americanas, lo que me lleva una vez más a preguntarme si en Europa no se hace cine. Durante la semana las “pobres” se dedican a contarnos qué marido trató peor a la diva fallecida; si la bióloga rubia está más sola que nunca; o si el ex alcalde de Marbella se siente cómodo y cómo lo lleva su pareja. Entre tanta porquería La Sexta nos anuncia machaconamente la película Skizo, en la que el protagonista blasfema. Todo ello, se hace en horas matutinas y vespertinas, para que con ello, los cada vez menos inocentes niños se pregunten por qué el “artista” se defeca en ese Dios del que en algunas escuelas les hablan.
Otra cosa que observo es que Rex, de Antena3, se lo han cedido a Telecinco, pero con capítulos ya pasados. Y puestos ya a observar, creo que los concursos matutinos de la televisión no se hacen en directo. Todo esto hace insoportable la televisión que se ofrece al pueblo soberano que aplaude con las orejas lo que los políticos hacen por él. Lo que digo de la tele lo he sabido haciendo “zaping” buscando algo “visible”, pero al final he recurrido a un libro, lo que muchos usan para calzar la mesa. Quizás por eso tenemos la televisión que tenemos, empiezo a creer que es la que nos merecemos.