Ultimamente eso de las «nacionalidades» es una especie de sarampión autonómico que el que más y el que menos, inspirados en el Estatut catalán, quieren aplicarse con denuedo y sin demora. Y uno se pregunta si el paso siguiente no será el de «nacionalidad» garruchera, segregándose de Andalucía o «nacionalidad» aricense separándose de Aragón, o «nacionalidad» saturniense emancipándose de Cataluña, o nacionalidad irundarra desligándose de las Vascongada, o «nacionalidad» abobrigense renegando de la «nacionalidad» Gallega. Y siguiendo por ese posible camino nos aguardan más de 25000 nacionalidades aguardando por España y agazapadas hasta que llegue el turno a las nacionalidades de distrito o de barrio o de calle o de tramo de calle o de número de casa y así hasta culminar en 42.000.000 nacionalidades de «yoes» independientes al aguardo de que esos 42.000.000 millones de «Yoes» se decidan a hablar entre todos para hacer algo común y respirable para todos y de esa forma habremos ido de España a España pasando por el absurdo. Ese parece ser el camino que nos aguarda si el sentido común de la mayoría no lo remedia a tiempo. Y entre tanto el Sr. Rodríguez atizando el brebaje de nacionalismos por doquier hasta que la irremediable indigestión de tan infecto guiso precipite las inevitables arcadas.