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La meritocracia en España

Por Luis Merlo Flores

¿A qué nos referimos al hablar de meritocracia? Hablando de una organización, empresa, grupo de gente o incluso de una nación, se dice que existe la “meritocracia” cuando en la misma prima la tendencia de dar valía al mérito de los demás.

Entre las naciones, vale reconocer que en los EEUU prevalece de forma destacada la meritocracia en su mundo laboral, donde se reconoce el merito y los valores de quien los tiene.

Los norteamericanos tienen un gran sentido práctico y buscan introducir en sus empresas a los más capaces y una vez incorporados valoran y premian un desempeño destacado.

Un alto directivo siempre tratará de rodearse de subordinados cualificados y con gran potencial. Quien demuestre su valía será reconocido y si tiene las condiciones adecuadas será promovido.

Aquello que cuenta es lograr el éxito de la empresa y saben que tal cosa sólo se puede lograr utilizando la gente más capacitada y permitiéndole actuar con amplio campo de maniobra para que rinda al máximo.

Un joven prometedor es animado a superarse y siempre se plantea su posible desarrollo para ocupar posiciones de mayor responsabilidad. Naturalmente se trata de que cada cargo se encuentre ejercido por una persona cuyo perfil sea el más adecuado para las funciones requeridas.

Un directivo nunca teme rodearse de gente más capacitada que él. No se compara con sus subordinados, simplemente sabe dirigirlos y su objetivo es que su equipo sea el mejor posible y rinda el máximo.

El presidente ejecutivo o director general es nombrado en su cargo porque es un profesional de la dirección de empresas con los conocimientos y la experiencia necesarias, de la misma forma que para construir un edificio se contrata un arquitecto y para llevar a cabo una operación o tratar enfermos se llama a un médico.

Ninguna empresa contrataría para dirigirla a un ejecutivo que no dominara las técnicas y leyes del Management y tuviera la correspondiente experiencia.

Abraham Lincoln solía decir que se encontraba rodeado de subordinados mejores que él y que eso lo hacía destacar como presidente.

Hace muchos años trabajé como delegado internacional para una empresa industrial del Medio Oeste norteamericano. Era una empresa relativamente pequeña para los EEUU, pero tenía una línea de productos de gran calidad y gran éxito en sus ventas. A poco de ingresar me enviaron en viaje de negocios a España y otros países de Europa Occidental.

Antes de partir, tuve una corta entrevista con el Presidente de la empresa y quedé muy sorprendido de su ignorancia respecto a la ubicación geográfica de los países Europeos, alguno de los cuales los situaba en América.

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En la misma empresa, el empleado más modesto era el fotógrafo, un señor mayor muy distinguido y muy agradable, más que nada porque era una persona muy culta y tenía una interesante conversación.

Era un gran melómano que cuando podía se desplazaba a New York para escuchar a los grandes concertistas y había leído muchos libros clásicos, entre ellos el Quijote, algo inaudito para un norteamericano. Se me ocurrió pensar que en Europa, probablemente los papeles estarían invertidos y él sería el Presidente de la empresa.

Pero analizando bien la situación, realicé que el actual Presidente, aunque falto de cultura, era un excelente directivo y eso es todo lo que necesitaba la empresa que funcionaba con muy buenos resultados. El señor mayor con tan refinada cultura, posiblemente no tenía la capacidad ni los conocimientos necesarios para dirigir una empresa.

En líneas generales se puede afirmar que en el mundo laboral de los EEUU se reconoce y aprecia el mérito de las personas y en las empresas se selecciona a los individuos en función de su capacidad para cumplir con su cometido sin importar otras consideraciones tales como familia, amistad, compañerismo o cualquier otra razón que lleve a favorecer a alguien aunque no tenga las cualificaciones requeridas para un cargo.

Es justamente esta característica junto con la falta de obstáculos para trabajar, crear empresas y progresar, lo que ha permitido desarrollar la gran potencia económica que es USA. El índice de desempleo en USA es inferior al 4% y se puede afirmar que comparado con Europa y el resto de América, es un “paraíso laboral” donde es fácil encontrar trabajo.

Sin embargo hay que reconocer que en otros campos se deja de lado la meritocracia tal como en la política y las comunicaciones, donde prima la voluntad de quienes dominan tales actividades.

Pero, ¿qué pasa en España?

En España la meritocracia es justamente una asignatura por aprobar. El reconocimiento del mérito destaca por su ausencia.

Esto sucede en el ambiente laboral y el político (en este último particularmente a partir de 1516 y con dos excepciones: las dictaduras de Primo de Ribera y de Francisco Franco).

Sin embargo históricamente, cuando primaban especiales circunstancias tal como tuvieron lugar en los descubrimientos, la conquista y la guerra, se necesitaba a los mejores y así surgieron los grandes héroes que España supo dar al mundo.

Destacadas personalidades como Manuel de Falla que tuvo que ser reconocido como gran músico en París, Ramón y Cajal cuya investigación sobre las neuronas debió ser puesta de relieve en Alemania y Severo Ochoa con sus investigaciones sobre el ADN en los EEUU (los dos últimos recibieron el premio Nobel), son algunos ejemplos destacados de la ausencia de reconocimiento que se puede llegar a sufrir en España.

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Las circunstancias han cambiado mucho en el mundo presente, y para volver a ser grande, España precisa superar esta deficiencia cultural porque precisa que españoles de valía, que son muchos, sean reconocidos y lideren sus organizaciones.

En el mundo laboral español en lugar de valorar las condiciones positivas de un candidato, predomina el viejo dicho de “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Como si tal actitud fuera una herencia de los siete siglos de ocupación árabe de la península, en España predomina la tendencia propia de la “Kabila” o de la tribu, familia, colegas, compañeros, o círculo de camaradas.

Esta inclinación ha tenido como consecuencia el hecho que gran número de organizaciones y empresas se encuentran dirigidas por gente vinculada socialmente, pero que no tiene las cualificaciones necesarias para dirigir.

Esto provoca a su vez que tales directivos en lugar de rodearse de los mejores colaboradores lo hacen con conocidos o antiguos compañeros, aquellos que no representan una potencial competencia para él. En estas empresas progresa el “acomodado” dado que en general el mérito no es reconocido ni premiado.

Aunque existen organizaciones meritorias, debido al no reconocimiento del mérito las empresas españolas en su promedio han sido clasificadas como las de menor rendimiento en Europa.

En los años 60 la empresa Allis Chalmers basada en una conferencia dada por el ministro López Bravo donde destacaba las ventajas de producir en España, montó una fábrica de turbinas y se quejaba que aunque era cierto que los obreros trabajaban por menos dinero, resultaba que también rendían menos.

Pero el problema residía en la conducción y no en los obreros que cuando trabajaban en Alemania rendían a la par de los alemanes.

Muchas empresas extranjeras que se instalan en España, influenciadas por el repetido dicho de “España es diferente” y que era necesario adaptarse, consideraban necesario nombrar directivos españoles que en general no eran profesionales.

Efectivamente España es diferente; porque hay corridas de toros, se habla español se canta el cuplé, se come paella y cocido y un largo etcétera, pero en lo que respecta a la conducción de empresas no existe diferencia alguna con el resto del mundo.

En USA, Suecia, Brasil, Indochina o Perú y cualquier otro país, rigen las mismas normas para crear y dirigir empresas. La primera norma exige que toda organización sea dirigida por un directivo profesional, de la misma manera que para dirigir un laboratorio se requiere un químico y para construir un edificio un arquitecto.

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Un director general no cualificado tendrá en su empresa el efecto de una enfermedad infecciosa porque al sentir que no está a la altura de su cargo se rodeará de incompetentes e incluso adoptará una actitud tiránica.

En España existen unas cuantas empresas importantes dirigidas por políticos que naturalmente están lejos de ser profesionales de la dirección. Además de lo descrito más arriba, España a partir de 1975, se convirtió en uno de los países donde resulta muy difícil trabajar.

Se puede afirmar que la libertad de trabajo que gozaban los ciudadanos bajo el régimen franquista, que logró reducir el desempleo a virtualmente cero, desapareció a partir del gobierno socialista de Felipe González que de un plumazo eliminó 3.000.000 de puestos de trabajo logrando un record del 27% de desempleo.

Además se pusieron en marcha una serie de medidas para dificultar la creación de empleo y mantener de forma crónica un elevado índice de desempleo.

Las grandes empresas extranjeras como Volkswagen, Siemens, Carrefour, Orange, Alcatel y otras, operan y sobreviven en España gracias a que debido a su importancia, tienen trato especial por parte del gobierno, pero las pequeñas empresas y autónomos sufren una serie de limitaciones y cargas fiscales que dificultan su operativa, salvo que se arriesguen a cometer “fraude” fiscal.

En resumen, la situación laboral en España no es muy halagüeña. Curioso que los mismos problemas son compartidos por virtualmente todos los países latino americanos donde también la libertad laboral se encuentra muy restringida.

Ese grave problema, como hemos dicho, debe ser corregido si España quiere volver a ser grande.

La moderna ciencia del Management, es decir aquella cuyas leyes regulan la conducción de organizaciones, exige entre otras cosas, el reconocimiento del mérito en toda organización. En otras palabras, es preciso implantar la “meritocracia” para que una empresa o una nación, funcione con alto rendimiento.

Dijimos que tampoco se aplica en el ambiente político, pero aquí es más bien el resultado de la falsa democracia implantada en 1975 que sólo asegura funcionarios no representativos y menos aún idóneos.

Es posible afirmar que solamente cuando se cumplen las leyes del Management en la organización del gobierno de las naciones, se obtiene una auténtica democracia; las mismas leyes por las cuales se rigen las empresas líderes.

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