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La Catedral de Santa Sofía de Constantinopla…y para siempre, por Raad Salam

En estos últimos diez años, casi todos los años una o dos veces viajo a Estambul, por asuntos personales y humanitarios. Por lo tanto conozco bien Turquía, Estambul y la Catedral de Santa Sofía.

Tal vez la Catedral de Santa Sofía es la construcción más emblemática de Estambul, es una de las obras más sublimes del arte bizantino, una colosal catedral en la ribera occidental del Bósforo, con un fantástico domo y minaretes que dominan el panorama y cuyos muros contienen siglos de arte, conflictos políticos, disputas religiosas y efervescencia nacionalista. Muchos creen que está dedicada a una santa llamada Sofía, pero no, Santa Sofía, significa la “Divina sabiduría o Hagia Sophia en griego”, dedicada a la segunda persona de la Trinidad. Es la primera iglesia, que fue conocida como la “Gran Iglesia” debido a sus enormes dimensiones comparadas a otras iglesias contemporáneas de la ciudad. Inaugurada el 15 de Febrero del año 360, durante el reinado de Constantino II, por el obispo Eudoxio de Antioquía, fue construida cerca del área donde sería construido el palacio imperial. Una segunda iglesia fue ordenada por Teodosio II, que se inauguró el 10 de octubre 415, como basílica, con un techo de madera. Un incendio se inició durante el tumulto de la revuelta Nika y quemó la segunda iglesia de Santa Sofía el 13-14 de enero del año 532. Varios bloques de mármol de la segunda iglesia sobreviven hasta la actualidad, entre ellos los relieves que representan 12 corderos que representan los 12 apóstoles. El 23 de febrero del año 532, sólo unos pocos días después de la destrucción de la segunda basílica, el emperador Justiniano I decidió construir una tercera basílica, completamente diferente, más grande y más majestuosa que sus predecesoras. El emperador había traído material de todo el imperio, como las columnas helenísticas del templo de Artemisa en Éfeso, grandes piedras de las canteras de pórfido de Egipto, de mármol verde de Tesalia, la piedra negro de la región del Bósforo, y la piedra amarilla de Siria. Santa Sofía fue la sede del patriarca ortodoxo de Constantinopla y el escenario principal para las ceremonias imperiales bizantinas, tales como coronaciones.

Por casi 900 años, Santa Sofía albergó a la Iglesia ortodoxa oriental, salvo un breve período en el siglo XIII en que fue una catedral católica durante la Cuarta Cruzada. Aunque su función era primordialmente religiosa, su estatus icónico la elevaba más allá: simbolizaba el imperio Bizantino y su poder y quienes visitaban la ciudad quedaban maravillados ante su tamaño y arquitectura.

Cuando todo cambió

La suerte de Constantinopla cambió dramáticamente en el año 1453, cuando el Imperio Otomano bajo el sultán Muhammad II capturó la ciudad y la rebautizó como Estambul, poniendo fin al dominio bizantino. Para los griegos sigue siendo una fecha maldita que marca uno de los episodios más tristes de su historia. Al entrar a Santa Sofía, Muhammad II insistió en que fuera renovada y convertida en mezquita. El primer viernes de oraciones se realizó pocos días después de que el lugar fuera saqueado por sus fuerzas. Arquitectos otomanos retiraron o recubrieron con yeso los símbolos ortodoxos del interior y añadieron capiteles y minaretes a la estructura. Fue la principal mezquita de Estambul hasta que se construyó la Mezquita Azul, en 1616, que como muchas otras mezquitas del mundo han sido influidas en su diseño por Santa Sofía.

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El poderoso Imperio Otomano llegó a su fin tras la Primera Guerra Mundial y su territorio fue dividido entre los aliados victoriosos, Francia e Inglaterra. De sus escombros nació el Estado nacionalista de Turquía, su fundador y primer presidente laico, Mustafá Kemal Ataturk, que ordenó a convertir, Santa Sofía, en museo. Desde su apertura como museo en el año 1935, Santa Sofía se ha convertido en una de las atracciones turísticas más visitadas de Turquía, incluyendo las de líderes y personalidades mundiales.

Turquía ha cambiado muchísimo, en el ámbito político-religioso, de antes y ahora con Erdogan. Turquía ha sido un estado laico, después de la 1ª Guerra Mundial, hasta la llegada de Erdogan al poder, como primer ministro desde el año 2003 hasta el año 2016 y presidente de Turquía hasta hoy día, convirtiendo el país a un Estado islámico.

El pueblo “una minoría”, está saturada del gobierno de Erdogan y su disposición hacia el Islam fundamentalista. Además de las limitaciones de los derechos humanos, a la intromisión en la vida privada, asignando la educación religiosa, forzando a las chicas a llevar el velo y ir a la escuela para estudiar la religión (el Islam por supuesto), cambiando las escuelas en colegios religiosos islámicas, la reciente prohibición de vender bebidas alcohólicas; como el raki la bebida turca más tradicional, o la construcción de una mezquita gigante en Estambul. La intención de Erdogan es demoler la república laica de Ataturk y reformar la constitución para pasar de un sistema parlamentario a uno presidencialista, calificado de islamización e intromisión en el estilo de vida turco.

​En el año 2019, en un mitin de su campaña lectoral local, Erdogan, como un líder islamista dijo que había sido un “muy grave error” convertir a Santa Sofía en un museo debería de seguir siendo mezquita. 85 años después, varios grupos islamistas y musulmanes radicales, dentro y fuera de Turquía, entre ellos el presidente Erdogan, están reclamando la transformación de nuevo, la catedral de Santa Sofía a mezquita, argumentando que mantener su estatus de museo socaba la soberanía de Turquía, y realizaron protestas contra una ley de 1934 que prohíbe que se lleven a cabo servicios religiosos en su interior.

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En julio de 2020, Recep Tayyip Erdogan anunció, que Santa Sofía, sería transformada de nuevo en mezquita. Conociendo el Islam y los musulmanes en general, la verdad a mí no me extraña la decisión de Ersogan. Por sencilla razón, desde el nacimiento del Islam, en el siglo VII, en la Península arábiga, todavía el Profeta del Islam, Muhammad, en vida, hasta hoy en día, los musulmanes están acostumbrados de convertir a los lugares cultos no islámicos a mezquitas. El Islam se extendió en todo el mundo, por el filo de la espada, y de la misma manera, numerosos templos hindús, zoroástricos, iglesias, sinagogas, etc. fueron convertidos en mezquitas.

Al-Ka’aba, el templo más sagrado para los musulmanes, es un edificio rectangular de piedra negra, diez por doce y por quince metros de altura. Según las traducciones árabes musulmanas el primer hombre de la historia Bíblica Adán fue el constructor del templo, reconstruido por Abraham y su hijo Ismael y más tarde por Muhammad. Antes de la aparición del Islam, los árabes de la península era politeísmo poco evolucionado, adoraban 360 imágenes, un imagen al día, por encima de todos estaban tres dioses grandes; Al-Lat dios del cielo, Al-Manat dios de la felicidad y Al- `Uzza diosa de las estrellas, todos ellos estaban en el templo de Al-Ka’aba en La Meca, que era un lugar de peregrinación, para los árabes paganos pre- islámicos. Vino Muhammad y transformó Al-Ka`aba en el lugar más sagrado para los musulmanes.

La mezquita de la Roca en Jerusalén. En el año 640, el segundo Califa ortodoxo, Omar conquistó Jerusalén, se fue a buscar el Monte Moriá, donde los judíos tienen su Tiemplo Sagrado, allí rezó y ordenó construir una gran mezquita, que llevó su nombre “Mezquita de Omar”, encima del Tiemplo de Salomón. Más tarde, el Califa Omeya `Abdul Malik bin Marwan entre los años 688 y 691, construyó la Cúpula de la Roca, en el lugar más alto de la mezquita de Omar, sobre el Tiemplo de Salomón, sin temor ni vergüenza.

La Gran mezquita de Damasco, la mezquita de los Omeya, una de las mezquitas más antiguas y grandes del mundo. Fue construida por el califa Omeya Al-Walid, en el año 705 sobre la catedral bizantina dedicada a Juan El Bautista desde la época del emperador romano Constantino I, en las primeras décadas del siglo IV. Está considerada como el cuarto lugar más sagrado del Islam,​ tras Al-Ka’aba, la mezquita del Profeta en Al-Medina y la mezquita de la Roca en Jerusalén.

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Musulmanes y cristianos compartían lugar de culto

La Mezquita-Catedral de Córdoba en España (Patrimonio de la Humanidad desde el año 1984), es un monumento muy importante, muy sagrado, muy bello y muy turístico para todo el mundo. Antes de la conquista de los musulmanes beréber a la Península Ibérica, los Visigodos construyeron la Basílica de San Vicente, en el mismo lugar. En su historia, se aprecia el estilo gótico, renacentista y barroco de la construcción cristiana de la Catedral de Córdoba. Esta basílica, Catedral, de planta rectangular fue compartida por los cristianos y musulmanes durante un tiempo. Cuando la población musulmana fue creciendo, la basílica fue adquirida totalmente por AbdulRahman I en el siglo VIII y destruida para la definitiva construcción de la primera Mezquita Alhama o la principal de la ciudad de Córdoba.

La destrucción, por el Islam y los musulmanes, de casi 200 templos hindúes durante la conquista islámica a la India. Sin mencionar miles de templos, sinagogas, iglesias, monasterios, mausoleos, basílicas, santuarios, etc. destruidos o convertidos a mezquitas, en Irak, Irán, Siria, Líbano, Egipto, Libia, Túnez, Marruecos, Al-Andaluz…etc.

Lo que está pasando en Turquía, con Erdogan, es una continuidad de la llamada “primavera árabe” y la lucha por el poder religioso islámico en el mundo árabe musulmán llamado el “califato”. La situación de la inquietud islámica, con tres aspirantes al califato y a liderarlo, (Irán-chií), (Arabia Saudí y Turquía-suníes), quedando a parte Egipto de los Hermanos Musulmanes, que pronto se apagó como un fuego de artificio  absorbido por sus graves problemas internos. Estos tres compiten veladamente entre sí y unidos solo en culpar y afrentar a Israel y el Occidente.

Cuidado con Turquí de Erdogan, el radical musulmán, es un gran candidato y aspirante al título del “califato”, recordando y beneficiando de su antigua experiencia en la zona como gran potencia “antiguo imperio otomano”. Turquía, nunca olvida su antiguo imperio otomano perdido. Pretende conseguir la ayuda y una primacía amable entre sus vecinos especialmente, Arabia Saudita y Qatar, aprovechando de su buena relación con EEUU y el occidente por ser miembro de la OTAN para cultivar el momento de ganar terreno. No dejamos engañar por la cara amable de Erdogan y su famosa prepuesta de la “alianza de civilización”.

Raad Salam Naaman

Cristiano católico caldeo de origen iraquí, patriota español a mucha honra

 

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