El terremoto político que ha provocado la publicación de los WhatsApps entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el exministro de Transportes, José Luis Ábalos, desveladas en el diario El Mundo están generando muchas preguntas en el entorno de la Moncloa para saber quién ha filtrado dichos mensajes a este medio de comunicación y el alcance del contenido de este periódico entre 2020 y 2021.
El Gobierno considera que la filtración de los WhatsApps privados «podrían ser un comportamiento delictivo» y ha dado por hecho que habrá una investigación por parte de la justicia y, si esta no actúa de oficio.
La Unidad Central Operativa(UCO) de la Guardia Civil ha rechazado categóricamente esta posibilidad: aseguran que los mensajes no forman parte de ninguna causa judicial y que no se ha roto la cadena de custodia.
José Luis Ábalos sostiene que él no ha filtrado los mensajes con Pedro Sánchez que ahora están viendo la luz. Más concretamente, el exministro niega haber filtrado los mensajes del año 2021 que se están publicando estos días, pero reconoce que consintió la filtración de los de 2023, porque entregó una copia a una persona de su confianza que tiene que ver con el ámbito de su defensa. Una persona, asegura, que no es Koldo García ni su abogado José Aníbal Álvarez, y que horas más tarde se han convertido en «dos o tres».
Esta semana, el diario El Mundo ha publicado con notable precisión fragmentos de conversaciones entre Ábalos y Sánchez, que describen a varios miembros de su Gobierno con descalificativos como «pájara», «petardo» o «maltratador» entre varios adjetivos y que según este medio tendrían miles de mensajes privados entre ambos políticos.
Entre los WhatsApps difundidos, se tratan temas tan sensibles como el rescate de Air Europa donde Sánchez le pedía «meditar» bien la decisión a Ábalos para intentar salvar a la aerolínea.
Según fuentes de Distrito TV, todas las miradas apuntan presuntamente a Jessica González, exasesora ministerial y ex pareja sentimental de Ábalos, como la persona clave tras la filtración de los mensajes, supuestamente con la connivencia del propio exministro.
Jessica González, exnovia de Ábalos, la filtradora de los WhatsApps
Jessica González, ex pareja del propio Ábalos,, fue contratada en varias empresas dependientes del Ministerio de Transportes y durante meses una figura en la sombra del poder ministerial, conocida internamente por su estrechísima relación con el exministro. Su caída en desgracia coincidió con el progresivo aislamiento político de Ábalos, y, desde entonces, ha sido mencionada como pieza clave en la génesis de los llamados “dossieres Ábalos”.
En este caso habría sido ella quien presuntamente entregó los Whatsapps—directa o indirectamente— los mensajes al citado medio, como parte de una estrategia de presión o venganza de Ábalos por la indiferencia del PSOE ante las filtraciones que ha dañado la reputación del exministro y del que está imputado por el Tribunal Supremo por el «Caso Koldo». Acusado de los delitos de organización criminal, cohecho, tráfico de influencias y malversación y que podrían acarrearle penas entre 10 y 20 años de prisión.
La hipótesis más sólida es que Ábalos, enfrentado al aparato del partido y sintiéndose traicionado por Sánchez, habría permitido o facilitado que Jessica filtrara los mensajes, buscando mostrar que fue víctima de una operación política y que siempre mantuvo la lealtad institucional hasta que se le dio la espalda. Una forma de chantaje al presidente del Gobierno, señalan fuente socialistas.
El propio Ábalos teme además que podría haber sido captado junto con otras personalidades de primer nivel de nuestro país con audios e imágenes comprometedoras sobre su vida privada, por lo que no solo estaríamos hablando de la operación del filtrado de los WhatsApp si no que va más allá.
Mensajes filtrados como venganza
En este contexto, Jessica no actuaría solo como ex pareja despechada, sino como aliada estratégica en una guerra de filtraciones con el objetivo de venganza, ya que según ella «han arruinado mi carrera personal y profesional» Una suerte de “justicia narrativa” contra el olvido. Actualmente no está imputada en el sumario que sobre esta causa se instruye en el Supremo, donde la joven declaró como testigo el 27 de abril.
La joven que mantuvo una relación con Ábalos entre octubre de 2018 y noviembre de 2019, declaró sobre varios aspectos, entre los que está su contratación en las empresas públicas Ineco y Tragsatec y ante las preguntas del fiscal afirmo «no sabía» dónde se encontraba su puesto de trabajo en la empresa pública Tragsatec. Ante la posibilidad de que finalmente sea imputada por el Tribunal y que pueda terminar siendo condenada, busca junto con el exministro, urdir una estrategia para presuntamente amedrentar al Gobierno.
Fuentes del PSOE reconocen su preocupación ante la posibilidad de que haya más material sensible en manos de terceros. Nadie lo dice en público, pero en Ferraz se teme que haya más WhatsApps, notas internas o incluso audios grabados durante la etapa ministerial que puedan ver la luz si Ábalos decide aumentar la presión.
Lo que parecía una caída silenciosa de un viejo aliado, se está convirtiendo en una novela de traiciones, confidencias filtradas y posibles chantajes políticos. Y en el centro, como actriz inesperada de esta trama, Jessica González, que tras haber desaparecido del foco mediático, podría haber regresado desde las sombras para ejecutar la venganza perfecta: silenciosa, documentada y dolorosa.