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Izquierdas y derechas

Por Luis Merlo Flores

Según una rebuscada, pero generalmente aceptada interpretación, las izquierdas defienden los intereses de los pobres y las derechas los correspondientes a los ricos. Las izquierdas claman mayor justicia, equidad e igualdad en sus postulados y aducen que las derechas son esencialmente elitistas, favoreciendo a los ricos y burgueses y por lo tanto son injustas con las clases más desposeídas.

Claro que, de tales declaraciones enteramente demagógicas a las realidades experimentadas por muchos países, bajo unas y otras, hay mucho trecho.  De cualquier forma, los factores mencionados no definen la estructura de gobierno y legislación que unos y otros proponen montar, factores realmente importantes a ser considerados.

En el muy popularizado abanico político, los movimientos comunistas y socialistas que comparten la ideología marxista, se clasifican a sí mismos de izquierda.  En cambio, el fascismo y el nazismo son públicamente registrados como de extrema derecha.

La anarquía, sin precisar demasiado, es situada entre los partidos de extrema izquierda, aunque representa justamente el polo opuesto del comunismo. Un movimiento político como la democracia cristiana es situada en el centro. Para complicar más aún la cosa, hoy todos ellos, incluyendo a los comunistas, son “democráticos”.

Este artificial cuadro de posiciones políticas ha permitido afirmar que “los extremos son malos”, aunque el “extremo derecho” es denunciado como bastante más malo que el izquierdo. También se ha hablado de violencia y terrorismos de extrema izquierda y de extrema derecha.

Lenin en su día había dicho que todo es válido al perseguir su propósito de imponer el marxismo al mundo: mentir, engañar, calumniar y distorsionar principios y términos, resultan útiles herramientas.

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, la fuerte propaganda Aliada demonizó al nazismo y al fascismo y, naturalmente, los socialismos no querían pertenecer a la misma categoría y se apresuraron a catalogarlos como extrema derecha.

La popular clasificación de izquierdas y derechas llevada a cabo por los marxistas fue un instrumento más en su campaña y la supieron utilizar con gran habilidad, al montar esta clasificación basada en características marginales que no definen el tipo de gobierno preconizado, sino que incluso les ha servido para descalificar a otros y promoverse ante los ingenuos votantes, presentando su imagen de defensores de los trabajadores y de ser los campeones de la lucha contra los explotadores capitalistas.

Un buen ejemplo lo tenemos en la España actual, donde el PSOE califica a Vox como “extrema derecha”, cuando este partido sólo ha planteado legislación y proyectos, pero no ha revelado que tipo de gobierno propone. Desde ya no tiene nada de extrema derecha y bien podría ser de izquierdas.

Pero el auténtico propósito del socialismo se desveló cuando el marxismo logró extenderse por gran parte del mundo y montaron los gobiernos más tiránicos y absolutistas que jamás existieron, superando en mucho a los terribles déspotas de la historia que carecían de los medios y el método que aportó Marx para avasallar a los pueblos.

Al mismo tiempo pretendían justificar su actuación catequizando al pueblo con una doctrina que prometía el paraíso en la tierra para las masas trabajadoras.

Cuando los marxistas gobernaron, se desvelaron las auténticas características que permiten clasificar a los movimientos políticos: las izquierdas preconizan la superioridad del Estado sobre el hombre que debe someterse a los intereses y objetivos del gobierno.

Las derechas representan la tendencia opuesta y los movimientos políticos con esta clasificación consideran que el individuo debe predominar en la concepción del Estado.

La libertad del hombre entra en juego, pues cuando este se encuentra sometido al Estado, su libertad se encuentra mermada en distintos grados y bajo el comunismo no tiene ninguna. Con gobiernos de derecha gozará de más libertad llegando a la máxima que preconizaban los anarquistas que representan a la auténtica extrema derecha.

Los movimientos políticos sólo pueden clasificarse con estas características fundamentales: el predominio del gobierno sobre el individuo o el control del ciudadano sobre el gobierno y el grado de libertad que goza el pueblo que oscila entre ninguna con el comunismo y máxima libertad con la anarquía.

Los factores utilizados por los marxistas o socialistas en su artificiosa clasificación son marginales, en realidad cualquiera de dichos factores podría ser adoptado por todo tipo de gobierno, incluso una dictadura militar, sin alterar un ápice la estructura y legislación de sus gobiernos.

Recordemos lo que decía Alexis de Tocqueville: “Democracia y socialismo tienen nada en común, salvo una palabra: igualdad. Pero hay que hacer hincapié en la diferencia; mientras la democracia busca la igualdad en libertad, el socialismo busca la igualdad en restricción y servidumbre”.

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Como hemos visto, los anarquistas propugnan lo contrario que los comunistas y socialistas; un Gobierno débil y reducido, por no decir ningún Gobierno. En lo único que coinciden con los comunistas es que ambos consideran que cualquier medio es válido para lograr sus fines; incluso la violencia.

Pero la violencia o cualquier otro medio utilizado para alcanzar el poder, no es determinante respecto a la estructura y características del gobierno a constituir. No cabe duda de que el anarquismo es totalmente opuesto al comunismo y, por lo tanto, se sitúa a la extrema derecha del gráfico.

Catalogar al nazismo y al fascismo como movimientos políticos de extrema derecha es un total despropósito, ya que ambas corrientes políticas son variantes del socialismo. Tanto el uno como el otro partido propiciaron gobiernos fuertes con una capacidad de control sobre todas las actividades, tal vez no tan grande como la preconizada por los socialistas, pero decididamente importante.

Además, ambos fueron movimientos políticos de corte netamente populista, donde se exaltaba al Estado. Recordemos que el primero se llamaba realmente nacional socialismo. Su más significativa diferencia con el socialismo consistió en su carácter nacionalista, cuando el socialismo marxista de todas las naciones responde a las directivas de la Internacional Socialista sita en Moscú y, a partir, de 1951 en Fráncfort.

En cuanto al fascismo italiano, fue creado por un exactivista comunista llamado Benito Mussolini y, desde entonces, fue un movimiento de tipo socialista, aunque nacionalista, que preconizaba la superioridad del Estado sobre el individuo.

La Falange española, un movimiento político que había tomado ideas del fascismo italiano y del nacional socialismo alemán, se consideraba a sí misma un partido sindical nacionalista, y los falangistas clasificaban a los capitalistas como gente de la oposición.

El hecho de que difiriera en determinados puntos con los socialistas no hubiese sido óbice para que, en caso de llegar al poder, hubiesen montado un Gobierno fuerte y autoritario, es decir, de izquierdas.

El Gobierno establecido por Juan Domingo Perón en la República Argentina en 1946 fue catalogado de fascista porque, habiendo sido Agregado Militar en Italia durante el gobierno de Mussolini, a quien admiraba, Perón presumía de haber importado sus ideas.

En realidad, fue una dictadura socialista que puso en práctica muchas medidas del comunismo creando un Gobierno de gran tamaño y poder, que controlaba todas las actividades bajo una corrupción generalizada y sin límites.

Todas estas variantes del socialismo preconizan Gobiernos fuertes y autoritarios, con elevada injerencia en las actividades privadas. Presumen de “proteger” al pueblo por medio de programas sociales con un fuerte componente demagógico. Desde ya, la libre iniciativa de los ciudadanos no destaca como una de sus características.

Por lo tanto, hay una gran variedad de gobiernos socialistas con diferentes matices, pero en mayor o menor grado, todos comparten las características más importantes; un Gobierno fuerte con una legislación que les permite intervenir en todos los sectores de actividad y la libre iniciativa de la población tendiendo a ser restringida.

Otra medida característica de la gestión socialista es su política fiscal, que tiende a ser voraz en todos los países donde alcanzan el poder. Aunque algunos justifican lo elevado de los impuestos con la idea de “redistribuir” los ingresos, una política fiscal exagerada siempre parece basarse en el concepto que mejor se encuentra el dinero de la sociedad en las manos de los funcionarios que en las de los ciudadanos, puesto que los primeros están mejor capacitados para su utilización “en el bien de todos”.

Los socialistas también preconizan el Estado de Bienestar, en el que el Gobierno asume un papel paternalista, concediendo diversas ayudas, subsidios y dádivas y servicios a individuos bajo determinadas circunstancias.

La nacionalización de diversas actividades como la banca, la energía y las comunicaciones ha sido hasta hace poco la tendencia del socialismo, pero el fracaso de tales iniciativas ha reducido esta tendencia a una legislación que se limita a una fuerte injerencia en los sectores.

Tienden a aplicar su control sobre los medios y la educación, tratando de controlarlos bajo el patrocinio directo o indirecto del Gobierno. La participación del ciudadano en las decisiones gubernamentales se limita al voto con sistemas electorales muy cuestionables.

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En este tipo de gobierno existe la tendencia a un exceso de reglamentaciones, permisos, concesiones, homologaciones y autorizaciones, una pesada burocracia que encarece y dificulta la actividad privada, afectando particularmente a la pequeña empresa y los autónomos.

Todo lo anterior implica más leyes, más ineficacia, más departamentos, secretarías y un gran incremento de funcionarios enchufados en el gobierno; es decir una pesada y costosa estructura gubernamental que debe ser pagada por los contribuyentes.

Determinados partidos como la democracia cristiana que presume de centro e, incluso es calificada de “derechista” por algunos de sus opositores, en casi todos los países donde ha gobernado se ha situado claramente a la izquierda del gráfico al compartir muchas medidas y estructuras con los socialistas.

El partido socialdemócrata presenta una paradoja en su denominación, porque si es socialista no puede considerarse democrático

En cuanto a sistemas reales de Gobierno que podrían calificarse de derechas en nuestro gráfico, salvo el anarquismo, sólo se puede mencionar al suizo en Europa y a los EEUU en América, aunque marginalmente y con serias limitaciones. Casi es posible afirmar que en la práctica no existen Gobiernos de derechas.

A las dictaduras latinoamericanas se las catalogó de “extrema derecha” porque el usurpador era normalmente un militar. Característica enteramente circunstancial y no determinante del tipo de Gobierno. Al implantar una “dictadura”, la estructura de gobierno existente no fue alterada por el usurpador.

Es decir, que tanto el “dictador” como los gobernantes electos que le precedieron o sucedieron, dirigieron el mismo tipo de Gobierno. Sólo el cambio de la cabeza visible no altera significativamente un tipo de Gobierno.

El primero era ilegal porque el poder fue usurpado por la fuerza, pero el gobierno electo que le sucedía resultaba tan ilegal como el primero al basarse en un sistema electoral fraudulento con la boleta de candidatos seleccionados por caciques políticos. Utilizado por muchos países tales como España y todos los latinoamericanos.

El Gobierno norteamericano utilizó inicialmente el mismo sistema electoral, pero el pueblo de California llevó a cabo en 1904 la “revolución de la boleta larga” y el sistema se cambió en todo el país por el de elección por distritos.

Aunque el sistema representó una mejora, en cuanto a la representatividad e idoneidad de los candidatos, tal mejora fue contrarrestada por los “sponsors” o entidades financieras aportando fondos para los gastos de campaña. Este hecho que tiene lugar, desde al consejero municipal hasta el presidente, generó una doble lealtad en los funcionarios y una venalidad generalizada.

Aunque al Gobierno de EEUU aún se le puede considerar marginalmente como de derechas, con los años se ha desplazado gradual pero inexorablemente hacia la izquierda.

Si bien el sistema electoral es bueno y los ciudadanos disponen de medios de participación y control, el dinero ha sido crucial en la elección de funcionarios que responden a los dictados de quienes aportan el dinero, convirtiéndose en venales.

Los criterios de clasificación mencionados nos permiten graficar de forma racional a los distintos movimientos políticos basado en el poder de los gobiernos y la libertad de los ciudadanos.

Hay infinidad de declaraciones, ideologías y doctrinas provenientes de ideólogos políticos e incluso filósofos, respecto a las distintas corrientes políticas, pero por validas que sean, son sólo palabras que no establecen nada específico si no están acompañadas por un método o sistema detallado sobre la constitución y gestión del gobierno,

La estructura de un gobierno, tamaño y legislación son las características que realmente deben preocupar al ciudadano, porque reflejan el poder que el Gobierno ejerce sobre el pueblo y como contrapartida, el grado de libertad que goza o echa de menos la población.

Todos los partidos pueden proponer proyectos de uno u otro tipo, pero aquello que realmente cuenta es el grado de poder que la estructura y la legislación otorgan al gobierno sobre el pueblo o por el contrario permiten al pueblo controlar su gobierno.

Siendo la predominancia del Estado sobre el individuo o viceversa, la base para clasificar a los gobiernos, vale tener en cuenta lo que Francisco de Vitoria creador de la escuela de Salamanca y considerado el padre del derecho moderno, afirmó en 1526: “el pueblo por derecho divino es el detentor de la soberanía que delega en el príncipe en función del oficio de este”.

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Es decir, que por derecho natural el pueblo es soberano, puede delegar poder en el príncipe, pero por ello no abandona su soberanía. En otras palabras, el poder pertenece al pueblo, el Gobierno sólo administra la propiedad común, y debe hacerlo bajo el control del pueblo.

Lincoln definió con bastante acierto la democracia como: “El gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo”, pero los manipuladores modificaron en la práctica tal definición a “el gobierno de los políticos, por los políticos, para el pueblo”

Interesante es que los políticos declaran, aunque con bastante hipocresía, que «el pueblo es soberano», habiéndose apropiado del poder que pertenece al pueblo, asumiendo así la soberanía y dejándolo inerme ante los abusos que puede cometer el Gobierno.

Si comparamos a los ciudadanos con los accionistas de una empresa, sabemos que ambos son propietarios de su nación y su empresa respectivamente. Pero ahí concluye la similitud, porque los ciudadanos se encuentran a la merced de los abusos de su Gobierno, sin disponer de medios para hacer valer su soberanía.

En cambio, los accionistas tienen el control absoluto de su empresa por medio de la Asamblea de Accionistas. Justamente disponen de un medio de control, como deberían tener los ciudadanos.

Las falsas democracias cuya única condición para serlo es cumplir con “un hombre un voto”, se han impuesto en casi todas las naciones. En realidad, son gobiernos de izquierda donde predomina el poder del gobierno convertido en soberano y representan la peor tiranía, donde no sólo los políticos dominan al pueblo indefenso, sino que lo hacen comulgar con ruedas de molino.

Hemos hablado de determinadas características o actitudes de los gobiernos que suelen utilizarse para asignarles una clasificación que consideramos arbitraria. Permítaseme hacer una suposición relativa a un país arquetipo.

Imaginemos la existencia de una nación donde se aplica el Gobierno Participativo similar al sistema que sigue las leyes del Management y se utiliza, en las grandes empresas líderes de la actualidad. Existe el mayor grado posible de libertad, compatible con el orden social. El trabajo es enaltecido y la familia patrocinada.

Los ciudadanos tienen además un alto grado de participación en las decisiones gubernamentales y control sobre su gobierno (rescindir, revocar, enjuiciar, imponer). Los candidatos a las elecciones no reciben fondos privados.

El Gobierno es reducido y las leyes se limitan a las estrictamente necesarias. Total transparencia; presupuesto, gastos y planes son públicos. Posiblemente muchas personas catalogarían tal Gobierno como un ejemplo ideal de democracia.

Participativo o democrático, un pueblo que goce de mucha libertad, disponga de medios para controlar y juzgar la gestión gubernamental y el Gobierno tenga bien delimitado el ejercicio de su autoridad, no está reñido con que se adopten medidas que vulgarmente se atribuyen a regímenes dictatoriales; tales como: un código penal draconiano que incluya la pena de muerte, actitud rigurosa con minorías inadaptadas, prohibir el aborto, rechazo de inmigrantes ilegales, imposición de una conducta moral, etc.

El adoptar cualquiera de estas medidas no requiere alterar el sistema de Gobierno o imponer una dictadura, basta que los ciudadanos voten por ello y nuestra ideal democracia podría bien adoptarlas.  Sin entrar a calificar si dichas medidas son buenas o malas, el hecho a consignar es que su existencia o su ausencia no definen un estilo de Gobierno.

No olvidemos que en la Democracia griega cuando existía un peligro exterior, los ciudadanos nombraban un Dictador con poderes de tirano para superar la crisis.

Resumiendo; las izquierdas preconizan que el Estado se encuentra por encima del individuo y por lo tanto este último debe subordinarse al gobierno que debe ser fuerte, con una legislación que le otorga gran poder, aplican una dura política fiscal, influencian todas las actividades, debilitan a la familia como célula básica de la sociedad, incrementan la burocracia y practican una política de subsidios para subsanar las carencias que sufre el pueblo, creadas por el propio gobierno.

Las derechas apuntan a cumplir lo afirmado por Thomas Jefferson: “el mejor Gobierno es el menor Gobierno”. El pueblo dispone de medios legales para hacer valer su soberanía controlando, supervisando y enjuiciando la gestión gubernamental, la legislación y la burocracia son reducidas, sin empresas estatales y predominando una amplia libertad.

Es posible afirmar que gobiernos con estas características no existen en la actualidad.

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