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Inmigración manipulada

Jorge Bustos

¿Quién es el culpable de que cuando digamos ‘inmigrante’ pensemos en un pendenciero miembro de banda urbana, en un traficante de discos o hierba, en una asistenta del hogar aviesa y cleptómana? Espero que no haya que empezar por aclarar la pertinencia del término ‘culpable’ para calificar a los inductores de esta penosa identificación. Como decía el tío de Spiderman, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, y esos superhéroes réprobos son en nuestra sociedad los medios de comunicación. Honradamente, ninguno de nosotros es capaz ya de emitir un juicio incondicionado sobre cualquier fenómeno de actualidad, pues nos llega filtrado, embalado y manufacturado por prensa, radio o presentador de televisión de turno. El demiurgo mediático debería tenernos a todos en guardia permanente, más asustados que al oftalmólogo de la niña del exorcista. La actitud de un ciudadano inteligente ante las producciones de los medios debe ser de escepticismo preventivo y sistemático.

Sí, los periodistas tienen buena parte de la culpa de ciertas excrecencias xenófobas en esta nuestra comunidad. A ver: los medios no son sustancias preexistentes dotadas de tentáculos fucsia que conspiran para quitar y poner gobiernos, sino mayormente mileuristas a quienes un jefe de contenidos no mucho menos mileurista les tiene advertido que lo que no llama la atención no vende, y la máxima reza que una buena noticia no es noticia, así que escogen siempre el titular más apocalíptico sin pensar mucho que alguien puede hacerles caso, algo que su anoréxica autoestima propende a no contemplar en absoluto.

Pero la noticia es buena, y hay que darla como la dio el 20 Minutos el pasado jueves 16 de noviembre: "Los inmigrantes aportan 23.402 millones de euros y reciben 18.618 millones de las administraciones y son los responsables de la mitad del crecimiento económico desde 2000". Son datos del último informe económico sobre inmigración. Ojo: no me interesa discutir la veracidad de los datos sino saludar por fin la llegada de un enfoque cabal en la apreciación del fenómeno inmigratorio. Si queremos ser sensatos, lo primero que hay que decir es que la inmigración es en conjunto un fenómeno po-si-ti-vo, se mire desde un punto de vista social, cultural, económico, antropológico, demográfico y hasta lúdico. ¿Hace falta recordar que la primera potencia del planeta -y cualquiera que le vaya a la zaga- es obra de inmigrantes emprendedores? Luego ya vienen todos los matices evidentes que los mismos inmigrantes y españoles compartimos: la inmigración debe ser regulada; se requiere una legislación mejor y más clara; se debe proteger al inmigrante legal e impedir la entrada del ilegal; una parte de la inmigración (en proporción, mínima) sí está asociada a delincuencia y debe ser combatida; la política de ‘papeles para todos’ no sirve para nada y corrompe la esencia positiva del fenómeno.

¿Son conscientes los medios de que sacar siempre la imagen del cayuco para hablar de inmigración es como definir la historia del Real Madrid a partir de estos últimos y secos tres años? “Ya, oiga, pero es que resulta que a mí me han atracado tres veces y las tres han sido colombianos”. Sí, contesto, y serán perseguidos lo mismo que un caco nacional, de los cuales cada vez hay menos porque no necesitan delinquir porque viven razonablemente bien porque la inmigración mueve la economía.

Eso de hacer pagar a justos por pecadores es un vicio muy español. Miremos todos en nuestro interior, no vaya a ser que esté asomando por allí un hitler pequeñito, que va engordando alimentado por el sensacionalismo irresponsable de los medios de comunicación.

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