La relación entre dos de los hombres más poderosos del mundo, Elon Musk y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha estallado en una confrontación abierta que amenaza con tener consecuencias económicas y políticas de gran calado.
Lo que en el pasado fue una alianza pragmática entre tecnología y poder conservador, se ha convertido en un choque frontal entre intereses corporativos y decisiones presidenciales.
Musk critica la nueva ley fiscal impulsada por Trump
El origen del conflicto está en la nueva legislación fiscal impulsada por Trump, el presidente la presentó como una “reforma necesaria para el crecimiento económico”, pero para Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX, representa una amenaza directa para la innovación y el desarrollo sostenible.
Musk no se ha mordido la lengua: calificó la ley como una “abominación repugnante”, acusando al Gobierno federal de favorecer a los grandes conglomerados energéticos tradicionales y de destruir incentivos para sectores emergentes como el de los vehículos eléctricos y la inteligencia artificial. “Este plan aumentará el déficit en más de 2,4 billones de dólares mientras castiga la innovación”, declaró el magnate.
Trump responde con dureza desde la Casa Blanca
La respuesta del presidente Donald Trump fue inmediata. Desde el Despacho Oval, y visiblemente molesto, afirmó estar “muy decepcionado con Elon Musk” y lo acusó de actuar por puro interés personal. “Sabía perfectamente lo que contenía el plan fiscal. Si ahora se opone es porque ya no le conviene económicamente”, sentenció el presidente en declaraciones a la prensa.
Trump no se limitó a las palabras: anunció que su administración revisará todos los contratos federales con empresas vinculadas a Musk, incluidas Tesla, SpaceX, y Neuralink. Además, sugirió que podrían retirarse los subsidios relacionados con la electrificación del transporte y el desarrollo aeroespacial privado.
Efecto inmediato: desplome de Tesla en Wall Street
Las consecuencias de esta guerra política no tardaron en hacerse notar en los mercados. Las acciones de Tesla cayeron un 14% en un solo día, acumulando una pérdida de casi el 20% en 48 horas. Analistas coinciden en que el temor a que el Gobierno retire apoyo institucional a las compañías de Musk está provocando nerviosismo entre los inversores.
El propio Musk ironizó en X (antes Twitter): “Tal vez lo próximo sea nacionalizar Tesla y entregársela a ExxonMobil”. Sus seguidores replicaron con miles de mensajes de apoyo, mientras otros usuarios, afines a Trump, comenzaron a promover campañas para boicotear productos de Tesla y Starlink.
Musk lanza una bomba: insinúa vínculos entre Trump y Epstein
En su ofensiva Musk insinuó que Trump podría tener vínculos con el escándalo de Jeffrey Epstein, el financiero acusado de tráfico sexual de menores. En un post viral, escribió: “Quizá algún día sepamos por qué ciertos archivos no se han hecho públicos”. Aunque no mencionó directamente a Trump, la insinuación fue clara y generó un tsunami mediático.
Desde la Casa Blanca, el portavoz presidencial negó rotundamente cualquier conexión con Epstein y acusó a Musk de “hacer insinuaciones peligrosas y sin fundamento”. El propio Trump evitó responder directamente, pero su círculo más cercano dejó claro que este ataque podría cerrar cualquier puerta a una futura reconciliación.
¿Qué se juega Estados Unidos con esta guerra?
La ruptura entre Musk y Trump representa mucho más que un desencuentro personal. Es el reflejo de una fractura en el poder económico y político de Estados Unidos. Por un lado, la visión de un país hiperregulado, proteccionista y centrado en industrias tradicionales. Por otro, un modelo basado en la tecnología, la desregulación inteligente y la sostenibilidad como motor de desarrollo.
Si Trump continúa utilizando su posición institucional para castigar a sus críticos en el sector privado, se abre un precedente peligroso para la libertad empresarial. Por su parte, si Musk persiste en confrontar directamente al presidente, podría convertirse en el referente de una nueva oposición tecnológica al trumpismo.
La guerra total entre Elon Musk y Donald Trump marca un antes y un después en las relaciones entre el poder político y el poder económico en Estados Unidos. En un contexto global de incertidumbre, donde las grandes corporaciones tecnológicas influyen en la política internacional, este choque entre dos titanes puede tener repercusiones históricas.
Queda por ver si esta confrontación terminará en una reconciliación o si estamos ante el comienzo de una guerra de desgaste que marcará el curso del país durante los próximos años. Por ahora, lo único seguro es que Musk y Trump han cruzado un punto de no retorno.