Este sábado 10 de mayo de 2025, la Plaza de Colón en Madrid fue testigo de un auténtico terremoto político: decenas de miles de ciudadanos colapsaron el centro de la capital para exigir lo que muchos consideran inaplazable y urgente: la dimisión inmediata del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Bajo el lema “Por la dignidad de España: elecciones ya”, la manifestación se convirtió en un grito unánime contra un Gobierno que ha traicionado, mentido y dividido como ningún otro desde la Transición.
Una presidencia marcada por el engaño, el caos y la corrupción
Pedro Sánchez llegó al poder prometiendo regeneración democrática y respeto a las instituciones. Hoy, su legado se reduce a corrupción, oscurantismo y pactos con los enemigos de España. Se sostiene en La Moncloa gracias al apoyo de partidos separatistas y filoetarras, después de haber prometido lo contrario. Ha manipulado el sistema judicial, ha comprado voluntades políticas y ha permitido que su entorno, incluida su esposa Begoña Gómez, se beneficie de su poder con prácticas bajo sospecha judicial.
Pero lo que ha terminado de encender la mecha ha sido el apagón masivo del 28 de abril, que puso en evidencia la fragilidad del sistema energético tras las imposiciones ideológicas de Sánchez. Días antes del colapso eléctrico, altos cargos de Red Eléctrica ya advertían públicamente del peligro de depender de energías renovables sin planificación, algo que Moncloa ignoró deliberadamente.
La manifestación de Colón ruge contra el sanchismo
La manifestación de Colón no fue una protesta más: fue una rebelión cívica, una demostración de que España no está dispuesta a seguir tolerando la deriva autocrática del Gobierno. Banderas rojigualdas, gritos de “¡Sánchez dimisión!” y pancartas que clamaban contra el autoritarismo, la censura y la ruina económica marcaron una jornada histórica.
Más de 120 asociaciones civiles, junto a miles de ciudadanos de toda España, se unieron en una sola voz: ¡Basta ya de abusos! El pueblo ha dicho “no” al chantaje marroquí, al apagón energético, a las concesiones al independentismo, a la corrupción institucionalizada y al silencio cómplice de los medios afines al régimen.
Líderes políticos y víctimas del sistema, juntos por España en la concentración
Numerosos líderes políticos se sumaron a la protesta. Desde el Partido Popular, Miguel Tellado y Cayetana Álvarez de Toledo denunciaron con contundencia el “estado de excepción encubierto” en el que vive España. Vox, con José Antonio Fúster e Isabel Pérez Moñino a la cabeza, clamó por elecciones inmediatas y justicia para los responsables del apagón.
La manifestación también contó con intervenciones grabadas de personalidades como Alejo Vidal-Quadras, quien no dudó en calificar a Sánchez como “una amenaza real para la democracia, la cohesión nacional y la libertad de los ciudadanos”.
Corrupción, oscuridad y censura: el trípode del sanchismo
El enfado popular no es gratuito. Los escándalos de corrupción han salpicado a todos los niveles del Gobierno: el “caso Koldo”, las contrataciones vinculadas a Begoña Gómez, el papel de Correos en las elecciones pasadas y las sospechosas subvenciones al entorno separatista catalán son solo la punta del iceberg.
El apagón no ha hecho más que agravar la situación. El Gobierno mintió al decir que fue un ciberataque, cuando la verdad está saliendo a la luz: fue una consecuencia directa de una política energética irresponsable, ideológica y suicida.
Y mientras tanto, el aparato mediático comprado a golpe de subvención calla. La censura en redes sociales se ha intensificado, las ruedas de prensa están controladas y los periodistas críticos son marginados. Sánchez gobierna como un autócrata encubierto en una democracia que se desangra.
Un manifiesto final que pone los pelos de punta
La manifestación concluyó con un manifiesto leído por Fernando García-Capelo que resumió el sentir general: “España está secuestrada por un Gobierno ilegítimo, corrupto y autoritario. Sánchez debe irse ya. Por dignidad, por justicia y por respeto al pueblo”.
La manifestación ha encendido la mecha
Colón ha sido solo el principio. El pueblo español ha despertado. Las redes sociales arden, los medios independientes denuncian lo que otros ocultan, y la calle se convierte en el único lugar donde aún se respira libertad.
Pedro Sánchez ya no tiene legitimidad, ni ética, ni apoyo real. El juicio de la historia ha comenzado, y será implacable.