Elon Musk y su empresa SpaceX se han posicionado como los principales candidatos para desarrollar componentes clave del «Golden Dome«, el nuevo escudo antimisiles propuesto por el presidente norteamericano Donald Trump.
Este sistema de defensa busca proteger a Estados Unidos de amenazas balísticas, hipersónicas y de misiles de crucero mediante una constelación de satélites capaces de detectar, rastrear e interceptar misiles enemigos desde el espacio.
El «Golden Dome» representa una evolución significativa respecto al sistema de Defensa de Medio Curso Basado en Tierra (GMD), que se centra en interceptores terrestres ubicados en Alaska y California.
En contraste, el nuevo proyecto propone una defensa multinivel que incluye sensores e interceptores espaciales, plataformas terrestres y marítimas, y redes de comunicación avanzadas para una respuesta rápida y coordinada.
SpaceX, junto con empresas como Palantir y Anduril, ha propuesto un modelo de suscripción para proporcionar acceso gubernamental a su infraestructura satelital, en lugar de una transferencia de propiedad. Esta propuesta ha generado preocupación en el Pentágono sobre el control y los costos asociados.
El proyecto ha atraído el interés de más de 360 empresas del sector defensa, incluyendo gigantes como Lockheed Martin, Boeing y Northrop Grumman. Lockheed Martin, por ejemplo, está considerando integrar sus redes de comando y control, el caza F-35 y radares avanzados en el sistema.
El proyecto de Elon Musk tendría un coste de millones de dólares
El general Michael Guetlein, vicepresidente de operaciones espaciales de la Fuerza Espacial de EE. UU., ha comparado la magnitud del «Golden Dome» con la del Proyecto Manhattan, destacando la necesidad de una colaboración sin precedentes entre agencias de defensa e inteligencia.
Por lo que si Elon Musk a traves de SpaceX se hiciera con dicho contrato para desarrollar este proyecto, seria una inyección económica para su compañía muy elevada ya que el gasto previsto es de millones de dólares.
El ser asesor del presidente Trump, le podría beneficiar significativamente e inclinarse la balanza a favor de su empresa en detrimento de sus competidores.
Internacionalmente, el proyecto ha sido criticado por países como Rusia y Corea del Norte. Rusia acusa a EE. UU. de intentar militarizar el espacio y socavar el equilibrio nuclear global, mientras que Corea del Norte considera que el escudo podría desencadenar una nueva carrera armamentista.
A pesar de las controversias, el «Golden Dome» avanza como una prioridad estratégica para la administración Trump, con el objetivo de desplegar capacidades iniciales para 2026. El proyecto, que podría costar cientos de miles de millones de dólares, aún se encuentra en etapas tempranas de desarrollo y está sujeto a cambios.
Este ambicioso plan no solo redefine la defensa nacional de EE. UU., sino que también plantea preguntas sobre el futuro de la seguridad global y la militarización del espacio.