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El embrujo de Brujas

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Hay lugares donde los colores, los olores, los ambientes, y, sobre todo los conjuntos arquitectónicos, conservan un romántico esplendor. Brujas es uno de ellos. Sin duda, la ciudad más turística de Bélgica. El que la visita por primera vez, se impregna de unas sensaciones tan atrapantes que no es extraño que llegue a enamorarse de ella. Como en el flechazo de un  primer amor, le invade de inmediato unos irreprimibles impulsos de conocer a fondo el objeto de su deseo. Saborearlo sin prisas. Contemplar cada rincón que descubre. Impresionarlo en su retina de forma indeleble para evitar que falle tiempo después la evocación…

Brujas es una ciudad paseable. De ahí que la manera más práctica de desplazarse por su hermoso centro histórico es ir a pie. Sus calles peatonales invitan a ello. Deambular por ellas es como entrar en otro mundo. Vivir un sueño de hadas y brujas (buenas). Relajarse en un oasis de paz felizmente quebrada, de vez en cuando, por el grácil pedaleo de las bicicletas. A este escritor siempre le ha fascinado el elegante estilo con que las esbeltas mujeres flamencas se deslizan en bicicleta. Con la cabeza y la espalda erguidas y la mirada firme y dulce a la vez, parecen exteriorizar la dignidad y el orgullo de su sentimiento de pertenencia.

Uno de los puntos más impactantes para iniciar el recorrido por Brujas es la plaza del Burg. En ella puedes contemplar los más bellos edificios de la ciudad: el Stadhuis (Ayuntamiento), el Gerechtshof  y la Basílica de la Santa Sangrove,  El siglo XI fue su época de mayor esplendor comercial, cuya riqueza dio lugar a los suntuosos edificios que hoy pueden contemplarse. Mejor, desde una terraza al aire libre tomando una exquisita cerveza belga.

No lejos de esta plaza, atravesando la curiosa y empedrada calle Breidelstraat, se llega a otra importante plaza vecina: la de Markt (Plaza Mayor). Es el centro neurálgico de Brujas y en donde se desarrollaba la vida social y comercial durante el siglo XIV. En este entorno se pueden admirar las más bellas fachadas de edificios flamencos. Como la de el Halle o el magnífico campanario de Belfort, con sus 47 campanas y su   casi 100 metros de altitud. Desde esta atalaya se domina la mejor panorámica de la ciudad. En el resto de la plaza se ubican otros edificios neogóticos como son los del Gobierno Provincial y el de Correos,  cuyos bajos albergan numerosos restaurantes turísticos. Brujas está repleta de restaurantes, cafés, y pastelerías donde se elabora  el mejor chocolate del mundo.

Paseo fluvial por la "Venecia del Norte"
Si la Plaza Mayor y la del Burg son el corazón de Brujas, su sangre corre por los canales –reien, en neerlandés-  en donde los cisnes campean elegantemente a sus anchas. Los canales no se emplean aquí como transporte público al estilo veneciano, pero es muy apetecible pasearlos en lanchas con guías, para contemplar la hermosura de una de las ciudades medievales más bellas de Europa desde otra perspectiva. Sin olvidar el Minnewater (Lago del Amor), uno de los rincones más silenciosos y  románticos, antiguo puerto y atracadero de los barcos provenientes de Gante. Un lugar imprescindible para fotografiarte y recodar el hechizo de Brujas…
   
Afirman los expertos que para saborear Brujas hay que visitarla fuera de temporada y en días laborables, para perderse por sus placitas y callejones. Pero este escritor está convencido de que vayas en la época que vayas, Brujas te embrujará… ¡Te resultará difícil no volver al primer amor!

www.franciscpogavilan.net .
Más info: Turismo de Bélgica-Flandes.
WTC; Moll de Barcelona. Edif. Este, Pl.6ª. 08039 Barcelona. Tel. 93.5085991. [email protected]

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