El Pleno del Ayuntamiento de Madrid ha aprobado el Plan Especial para las parcelas situadas en la calle Bravo Murillo, 334, 336 y 338 y en la calle de Amalia, 3, que permite su demolición y la agrupación de estas cuatro. Así, el edificio ubicado en el distrito de Tetuán desaparecerá de la imagen de los barrios de Valdeacederas y Castillejos y los 834 metros cuadrados que abarca serán utilizados por el propietario, Guindalera Inversiones S.L., para la construcción de un nuevo inmueble que tendrá 33 viviendas.
El delegado de Urbanismo, Borja Carabante, ha defendido que el nuevo proyecto que se erigirá en el lugar es «necesario» para el barrio y para la ciudad, mientras que grupos de la oposición critican esta decisión porque el edificio abandonado data de 1910 y es de tipo corrala, retazos del patrimonio madrileño que «han ido desapareciendo» con el tiempo.
La Comisión para la Protección del Patrimonio Histórico, Artístico y Natural ha autorizado el derrumbe de la construcción y extiende la catalogación a la parcela resultante, por lo que la reconstrucción deberá mantener las mismas condiciones arquitectónicas que el demolido.
La documentación del Plan Especial aprobado en el Pleno recoge que el edificio no ha sido incluido en la reciente ampliación del catálogo municipal de arquitectura popular neomudéjar del 2022, por lo que «carece de valor arquitectónico» y, además, se justifica su demolición por su «imposibilidad de integración de su fachada en el conjunto edificatorio del solar por su escala y por su mal estado».
Desde Más Madrid, el concejal José Luis Nieto ha criticado que el Gobierno municipal utilice la «normativa urbanística como herramienta al servicio de intereses privados». De igual manera, el concejal socialista, Antonio Giraldo y de Vox, Ignacio Ansaldo, han cuestionado si «hay algún tipo de expediente contra el propietario por no haber mantenido el edificio en condiciones adecuadas» porque «debería haber algún organismo que vele por la conservación de edificios protegidos porque no vale abandonarlos hasta que sean declarados en ruina».
Los problemas en el «edificio maldito»
El edificio ubicado en la calle Bravo Murillo, 336, es conocido como el «edificio maldito» de Tetuán por su estado ruinoso y debido a los problemas que ha generado en su entorno, incluyendo la ocupación ilegal y el impacto negativo en los inmuebles colindantes. Pertenecía a un conjunto de edificios que, durante décadas, albergaron a numerosas familias trabajadoras y se convirtió en un símbolo del Madrid obrero. Sin embargo, a lo largo de los últimos años su historia dio un giro dramático.
Los problemas comenzaron a agravarse en 2015, cuando el edificio número 334 fue declarado en ruina tras detectar graves deficiencias estructurales, causadas en parte por modificaciones irregulares en su estructura. Fue evacuado de emergencia y demolido poco después, generando incertidumbre y malestar entre los residentes, que perdieron sus hogares sin garantías claras de retorno o compensación.
Este colapso afectó también a los inmuebles colindantes: el número 338 fue demolido, mientras que el 336 quedó en pie pero abandonado, tapiado y sin servicios básicos, convertido en un edificio fantasma atrapado entre solares vacíos. Con el paso del tiempo, el deterioro atrajo ocupaciones ilegales, intervenciones policiales, y quejas vecinales, convirtiéndolo en un foco de inseguridad y abandono institucional.
Durante años, los antiguos inquilinos lucharon en los tribunales por sus derechos, mientras crecía el interés urbanístico en la zona. Hoy, el edificio simboliza el choque entre el patrimonio vecinal, la falta de mantenimiento público y la presión de la especulación inmobiliaria. Su apodo de “maldito” refleja no una superstición, sino una larga cadena de desgracias, desalojos, abandono y conflictos que marcaron su trágica transformación.