Por Mariano Fuentes Sedano
El martes 5 de julio tuvo lugar el Debate sobre el Estado de la Ciudad en el pleno del Palacio de Cibeles, la cita parlamentaria más importante del año para el Ayuntamiento de Madrid.
Uno pensaría que, en ese debate, se puede aprovechar para hacer un balance realista y aterrizado del estado real de las cosas en Madrid, de cómo se ha gobernado durante el último año o de las cosas que todavía quedan por hacer.
Uno pensaría, también, que ese debate sería la ocasión idónea para compartir, de manera constructiva, visión y prioridades para el futuro de la ciudad, para mejorar la vida de los ciudadanos y para ofrecer soluciones a los problemas con los que se encuentran los madrileños en su día a día.
Uno pensaría eso, ¿verdad? Bien, pues no fue así. El debate que cualquiera de ustedes estaba esperando fue simplemente el debate que no fue.
La degradación de la conversación pública empieza a notarse también en el Ayuntamiento, donde, hasta ahora, habíamos sido capaces de salvar las olas de la polarización política con acuerdos amplios como los Acuerdos de la Villa, el mayor ejercicio de consenso que se ha hecho en España en los últimos años: todos los grupos, por unanimidad, acordando una hoja de ruta que claramente mejoraba la vida de todos.
Sin embargo, lo que nos encontramos fue el mismo tono bronco que en el Congreso o en la Asamblea de Madrid. Nos encontramos con discursos escritos hace ya muchos meses, que no dialogaban con el resto ni tampoco con la realidad.
Nos encontramos con portavoces de la oposición hablando de realidades que simplemente no existen, de una acción de Gobierno que ni remotamente se corresponde con lo hecho durante este mandato. La oposición habla de una ciudad imaginaria que no progresa, que no crece, que sigue siendo hostil y que destila gris y humo.
Es simplemente falso, pero qué importa eso en los turnos de réplica de los grupos municipales de la oposición, ¿verdad?
El parlamentarismo es la joya de la corona de la democracia, pero vive sus horas más bajas. Sujeta a la dictadura de los medios, los cortes para redes sociales o los zascas, los discursos en la sede de la soberanía han pasado a ser monólogos, completamente desconectados del día a día y de la realidad diaria de la ciudad.
Uno pensaría, claro, que sería urgente recuperar ese espíritu constructivo, de intercambio honesto de ideas y de confrontación de proyectos de futuro; pero hace mucho que nos apartamos de esa senda.
La triste y dura realidad es que los partidos, especialmente los ubicados en los extremos del espectro, son completamente autorreferenciales y basan sus afirmaciones en falsedades que, en cambio, suenan bien en esos 10 segundos que puede llegar a ver alguien en Twitter.
Madrid requiere algo más de 10 segundos para explicarse, y la simplificación absoluta de los mensajes lleva a la simplificación absoluta de la conversación pública. Algunos todavía nos negamos a que eso ocurra, pero somos pocos, aunque valientes.
Mientras llega el día en que recuperemos algo de altura, honestidad y solidez en el debate público es importante decir que, menos mal, aquí hay un Ayuntamiento que sigue trabajando para que la realidad mejore. La realidad real, claro, no la realidad inventada con la que nos tratan de engañar cada día los que solo creen en el miedo, el odio y el sectarismo.
Mariano Fuentes Sedano es Delegado del Área de Gobierno de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid y concejal de Ciudadanos