Un viaje al pasado: los cuestionamientos de Sánchez a Rajoy que hoy vuelven como un boomerang

Pedro Sánchez
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María Andrea Suárez

Amante de la historia, la política y la literatura. Estudió el máster en Periodismo digital y de Datos de la Universidad Nebrija. Se ha desempeñado como redactora en medios de comunicación como El Nuevo Siglo, Colombia.com, 20Minutos y Republica de las Ideas.

El tiempo hace lo suyo y al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le está jugando en contra. En el transcurso de las últimas semanas, el líder del PSOE se ha visto cercado por varios escándalos que implican a su partido y que lo mantuvieron lejos de los medios de comunicación durante más de un mes.

Los audios de filtrados por El Confidencial en los que se le escuchaba a la exmilitante socialista Leire Díez ofrecer un pacto con la Fiscalía a un empresario acusado de corrupción a cambio de que le diese información comprometedora sobre Antonio Balas, teniente coronel de la UCO; la decisión del Tribunal Supremo de procesar al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por un presunto delito de revelación de secretos cometido contra Alberto González Amador, pareja de Ayuso; y ahora el informe de la UCO que ha desvelado la presunta responsabilidad de Santos Cerdán, como «la persona encargada de gestionar» los «presuntos pagos» de mordidas por la adjudicación ilegal de obras al exministro José Luis Ábalos y a su exasesor Koldo García; le están provocando un fuerte dolor de cabeza a La Moncloa.

Esto sin nombrar la imputación en contra de David Sánchez, su hermano, por presuntas irregularidades en su contratación en la Diputación de Badajoz; así como la investigación que cursa en contra de su esposa, Begoña Gómez, por presuntos delitos de tráfico de influencias, corrupción en los negocios, apropiación indebida e intrusismo profesional que se centran en su papel como directora de la Cátedra de Transformación Social Competitiva en la Universidad Complutense de Madrid y en la gestión de un software financiado por la universidad.

El presidente del Gobierno ha recurrido a pedir perdón por el último caso que salpica al ahora exsecretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, y que tal vez pueda ser uno de los más delicados. «Quiero pedir disculpas a la ciudadanía», fueron las palabras de Sánchez el pasado jueves al reconocer que cometió un error al confiar en Cerdán. «El Partido Socialista y yo como secretario general no debimos confiar en él», afirmó, con semblante serio.

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Sus declaraciones parecen un viaje en el tiempo y esto es, precisamente, lo que hoy se le reprocha al presidente del Gobierno. Sánchez fue implacable como opositor, cuando se destaparon casos de corrupción en el PP, bajo el mandato del expresidente Mariano Rajoy (2011-2018), porque aseguraba que «no bastaba con pedir perdón».

Los procesos judiciales en los que se vieron envueltos dirigentes ‘populares’ como la trama Kitchen, el caso Gürtel o la operación Púnica llevaron a un Sánchez opositor a decir que, cuando se trata de corrupción, las disculpas no son suficientes. Precisamente, estos escándalos fueron la principal motivación de la moción de censura promovida por Sánchez al entonces Gobierno.

Rajoy pidió perdón en 2013 y en 2014 por el caso Bárcenas, estas últimas coincidieron con la comparecencia en la Audiencia Nacional del exsecretario general del PP, Ángel Acebes, por pagos con una supuesta caja B de la formación y con la detención de 51 personas en la operación Púnica.

«En nombre del PP quiero pedir disculpas a todos los españoles por haber situado en puestos de los que no eran dignos a quienes en apariencia han abusado de ellos«, aseguró Rajoy en el Senado.

Al día siguiente, Sánchez aseguró que «ni al Congreso ni al Senado se viene a pedir perdón, sino a dar explicaciones, a rendir cuentas y asumir responsabilidades políticas». «Usted está asediado por la corrupción, pidió perdón por los nombramientos que había hecho en el pasado. Lo suyo no es el caso de una única y exclusiva manzana podrida, señor Rajoy», aseveró ante el Congreso.

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«Por tanto, señor Rajoy, menos disculpas y más explicaciones. Comparezca en el Congreso para dar explicaciones, tomar medidas y asumir responsabilidades, no por el bien del Partido Popular, sino por el bien de la democracia española», zanjó Sánchez, quien dijo que iba a ser «más contundente, más implacable y más ejemplar cuando existan casos de corrupción en el PSOE».

Durante todo el mandato de Rajoy, Sánchez convirtió esto en un mantra, al igual que su supuesta lucha contra la corrupción que fue su bandera estandarte el 31 de mayo de 2018 en el Congreso de los Diputados en el marco de la moción de censura para desbancar al PP del poder.

En sus declaraciones, Sánchez invocó a la Constitución y aseguró que la moción era «consecuencia de hechos gravísimos que de forma reiterada en el tiempo han ido sacudiendo a la opinión pública a golpe de imágenes que provocan bochorno, incredulidad e indignación».

También le pidió a Rajoy dimitir ante las «imágenes de descrédito político e institucional» que exigían, dicho por él mismo, «una respuesta contundente de esta Cámara», para «recuperar el valor y el sentido mismo de la política».

«Nunca antes una moción de censura había sido tan necesaria por higiene democrática. La corrupción actúa como un agente disolvente y profundamente nocivo para cualquier país, porque disuelve la confianza de una sociedad en sus gobernantes y debilita en consecuencia a los poderes del Estado», subrayó.

En la moción de censura también citó varios casos judiciales: Gürtel, Púnica, Lezo, Emarsa, Brugal, Over, entre otros. Sánchez consideraba que estos formaban parte de una etapa de deterioro que debía cerrarse y alegó incertidumbre institucional ante esta situación.

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«La corrupción merma la fe en la vigencia del Estado de Derecho cuando campa a sus anchas o no hay una respuesta política acorde a la entidad del daño que se ocasiona«, dijo.

Sánchez también afeó que Rajoy hubiese «optado» por «la peor de las respuestas, que es atrincherarse en el cargo» y aseguró que «su sola permanencia en el cargo» debilitaba «nuestra democracia».

En sus declaraciones también mencionó a Ábalos, ahora investigado por su presunta participación en una trama de corrupción relacionada con adjudicaciones públicas de mascarillas y obras, para destacar a los servidores públicos que “no se dejan intimidar por las presiones y consagran su labor al servicio público».

Hoy todas estás palabras vuelven a Pedro Sánchez como un boomerang, no solo porque su Gobierno, su entorno más cercano y su partido político está en vuelto en escándalos de corrupción como tanto le reprochó al PP y a Rajoy, sino también porque ha asegurado que continuará su mandato hasta 2027.

En su última comparecencia ante los medios de comunicación, Sánchez dijo que mantiene su intención de ser candidato, «si así lo quieren los ciudadanos», en los comicios de 2027, justificando esta decisión en que los indicios que recoge, «no afectan» al Gobierno, sino a los socialistas.

Así las cosas, Sánchez ha logrado convertir sus siete años en el poder en todo aquello que una vez crítico, cuestionó y que fue catapulta para llega a La Moncloa. ¿Qué sigue ahora para el PSOE y para el presidente del Gobierno?.

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