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Crónica de la autodefensa de una comunidad de propietarios frente a las obras de la M-30

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El proyecto de remodelación de la M-30 constituye uno de los empeños más ambiciosos de reestructuración urbana de Europa. Pero tan cierto es que la zona va a quedar mucho mejor al término de las obras como que su presupuesto no para de incrementarse y su impacto sobre el medio ambiente y la vida diaria de muchos madrileños está siendo muy arduo de asumir, sobre todo para los residentes de los distritos afectados. El Gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón pide paciencia a los vecinos y conductores y confía en que el resultado final les compense de las molestias pasadas en estos largos meses. Este reportaje quiere centrarse en un caso particular: la batalla planteada por la comunidad de propietarios de Avenida del Manzanares 212, 214 y 216 para salvaguardar su calidad de vida frente al polvo, las grietas, el ruido y la precariedad.

Un muro enfrente de casa
A finales de junio, los vecinos de estos bloques vieron cómo una estructura de considerables dimensiones se estaba levantando ante sus narices. “Dada la desinformación tan grande que existe con respecto a estas obras, nos temíamos lo peor”, comenta una de las vecinas. Cuando volvieron de las vacaciones, el muro ya estaba allí. “Nos habíamos acostumbrado al polvo, al ruido, a las grietas en las paredes de nuestras casas, los suelos rallados, las cucarachas, las moscas que picaban a los niños produciéndoles reacciones alérgicas. Habíamos gastado dinero en desratizadores, garajes para aparcar los coches que ya no cabían en casa y ambientadores para tapar olores pestilentes… ¡Y ahora un muro!”.

Acudir a la Junta
Preguntaron, pero ni los arquitectos decían tener contemplada semejante estructura en el proyecto. A los vecinos del 212 les dijeron que “un poco de hiedra no lo dejaría tan mal”. Entonces se dijeron que si ellos estaban pagando con sus impuestos las obras de la M-30, era justo diferenciar una molestia pasajera de un recuerdo imborrable en su entorno, y acudieron a la Junta Municipal. La portavoz del PSOE de Usera, Ana de Sande -“su interés y apoyo fue impecable desde el primer momento”, afirma Carmen-, los recibió y se presentó en la calle afectada con dos técnicos de su equipo, y no dieron crédito a lo que veían ni se explicaban su causa. De Sande les indicó cómo cursar una solicitud para poder intervenir en el Pleno de la Junta del pasado octubre. Organizaron una convocatoria de asistencia a la sesión: se apuntaron más de 100 personas en representación de un colectivo de 250 familias; finalmente sólo pudieron entrar 30 vecinos; los demás se quedaron fuera. Cuando en su turno de palabra pudieron exponer al concejal presidente del distrito de Usera, Manuel Moreno, el motivo de su inquietud, éste no pareció enterado de la existencia del muro, pero no dejó pasar ni doce horas para presentarse allí: 50 vecinos lo recibieron a las nueve de la mañana y le mostraron su particular muro de las lamentaciones, que era sólo una de las otras razones para la queja. De resultas de la visita, en menos de 48 horas se personaron los técnicos encargados de comprobar que las grietas que habían aparecido en muchas viviendas no eran preocupantes para la estructura del edificio. Asimismo, quedó fijada una reunión informativa para un grupo reducido de vecinos con la concejala de Urbanismo del Ayuntamiento, Pilar Martínez, o con alguien de su equipo. Apenas dos semanas después, Manuel Moreno volvió a visitar el inmueble. Quería comunicar dos buenas nuevas a sus inquilinos: una, que el muro sería cortado y quedaría prácticamente a ras de suelo; y la otra, la fecha de la reunión.

El desagüe ‘fantasma’
Así las cosas, en una salida de emergencia frente al número 216 aparece  el 14 de octubre un desagüe ‘fantasma’ de aguas fecales que vierte, según cálculos oficiosos, unos 50.000 litros diarios. Nadie sabe de dónde sale el agua, pero para los sufridos vecinos de Avenida del Manzanares era lo que faltaba. Otro tema más que tratar en la reunión con los responsables del Consistorio.

El viernes 3 de noviembre se celebró por fin el encuentro. Asistieron representantes de todas las partes implicadas: el coordinador municipal de Urbanismo y mano derecha de Pilar Martínez, Francisco Panadero; el subdirector general de Infraestructuras del Ayuntamiento, Juan de las Heras; un socio de la empresa de arquitectos ganadora del concurso del Proyecto Río; el concejal de Usera, Manuel Moreno; y, por supuesto, los representantes vecinales de Avenida del Manzanares. La reunión, felizmente, tuvo fruto. En primer lugar, los vecinos obtuvieron al fin información minuciosa sobre las fases del proyecto y el aspecto que presentará su calle a la conclusión de las obras, incluyendo los tres metros de acera, la plantación de pinos, la instalación de extractores de humos, etc. En segundo lugar, consensuaron entre todos el compromiso de mantener un seguimiento del estado del inmueble y su entorno durante lo que resta de las operaciones a través de reuniones periódicas, más o menos cada mes, en las que volverán sobre el asunto del desagüe -al cierre de esta edición, el vertido sigue fluyendo-, las grietas y cualquier otra eventualidad. Y por último, Juan de las Heras fijó una visita al lugar para primeros de noviembre.

Coraje cívico
Este grupo de vecinos lamenta sobre todo la falta de información, la angustia de la incertidumbre: “Muchos de nosotros nos preguntamos si hace falta tanta pérdida de tiempo, tanto desgaste emocional, dudas, confusiones por algo tan sencillo como es ser informados. Que nadie haya previsto reuniones vecinales informativas para aquellos que llevamos tres años sufriendo unas obras de tal magnitud. Nadie nos ha escuchado por la vía que ofrece el Ayuntamiento, es más, se nos pide paciencia. Se nos ha atendido, pero las respuestas eran para llorar”.

Pese a que la tenacidad de los vecinos del 212, 214 y 216 de Avenida del Manzanares ha resultado fecunda -han conseguido información, el muro hoy está ya cortado, han comprometido a la Administración para  un seguimiento periódico-, les queda la amarga sospecha de que sin un esfuerzo constante e inasequible al desaliento es muy difícil que los políticos escuchen, a pesar de que es su dinero el que gestionan. Por eso, han evitado una politización de sus demandas en un sentido u otro. Tan sólo buscan solución a sus problemas.

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