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La Asociación de Teófanes Montenegro, la esperanza de una voz para los laringectomizados

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Cuando hace 35 años a Teófanes Montenegro le diagnosticaron cáncer de laringe y supo que, tras la laringectomía, perdería la capacidad natural de articular sonidos, él hizo una promesa que marcaría su vida: “Si recupero la voz, nadie se quedará sin hablar por que le falte mi ayuda”. Era diciembre de 1971, rondaba ya la cuarentena y tuvo que aprender a hablar de nuevo. Hoy, tras más de tres décadas dedicado a la teoría y la práctica de la rehabilitación de laringectomizados, continúa ejerciendo su labor pionera desde la sede de la Asociación Madrileña de Laringectomizados, ubicada en el número 51 de la calle Camino de Vinateros.

De la dolencia al servicio
Teófanes hoy pasa de los 80 años de edad, pero su lucidez y coraje no han decrecido con el paso del tiempo. La mecánica de rehabilitación para este tipo de pacientes estaba aún por descubrir en España, y él fue el pionero que sentó sus bases científicas. Trabajó 20 años en el centro Beata Mª Ana de Jesús, de-sarrollando su terapia con operados de laringe, e hizo lo propio durante tres años en la Cruz Roja, antes de recalar en la Asociación. Ha publicado cuatro libros que hoy representan la formación básica de todo rehabilitador, y ha dado conferencias, concedido entrevistas e impartido lecciones magistrales en varias universidades. Científico y pedagogo, en estos momentos conjuga su labor docente en la Asociación con la promoción de un centro de día para laringectomizados que perpetúe su legado. Su deseo es crear un centro modélico donde todos los afectados puedan recibir las sesiones de rehabilitación gratis -en la Asociación, de todos modos, sólo se cobra la voluntad- como un servicio sanitario más, para lo cual se halla en trámites con la Consejería de Sanidad. Fue el Ayuntamiento quien le cedió el dinero y las instalaciones para acoger la sede de la asociación, pero ésta aún dista de ser su centro ideal.

Actividad de la asociación
La sede cuenta con aulas y salas equipadas con todos los medios técnicos y el personal necesario -hay un médico y una psicóloga fijos- para desarrollar las terapias de rehabilitación de los recién operados, así como para impartir cursos de formación a profesores y monitores. “Cuando a un paciente le quitan la laringe, le cae encima una losa que lo aplasta, un abatimiento psicológico profundo. Es el momento de que actúen nuestros visitadores, que ya desde el postoperatorio empiezan esa labor psicopedagógica tan necesaria para esperanzar al paciente, labor que luego tendrá continuidad en nuestras aulas”. Cuenta Teófanes que los operados llegan con temor al centro, pero que a la mayoría le basta entre una y cinco sesiones para sacar la voz. “Aunque hablar no es conversar -matiza-; he fundado un método basado en leyes físicas que garantiza un altísimo porcentaje de recuperación total de la voz y la capacidad de comunicación fluida: hay que enseñar al paciente a crear un nuevo hábito de habla basado en la inyección de aire y la articulación oclusiva, como hacen los niños”.

Teófanes representa la esperanza de muchos afectados de esta dolencia y su labor no ha pasado inadvertida: ha sido propuesto dos veces para el Premio Reina Sofía -en 1995 y en 1999-, y a fe que lo merece.

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