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Política de cafres

Al menos desde Maquiavelo se sabe que la ética es ajena a la esencia de la práctica política, contra lo que proclama la hipócrita monserga de la mayoría de los políticos. Lo que ignorábamos es que la majadería, como la demostrada en el infame asedio a la presidenta del gobierno de Madrid, formara parte también de la naturaleza del poder.

Si el principio descubierto por el fundador de la Ciencia Política moderna, parece caracterizar a la política en general, el segundo precepto parece una innovación del partido de gobierno en España.

Rara vez los españoles habíamos tenido la oportunidad de asistir a un acoso tan absurdo como el lanzado contra una figura política de prestigio—de las que España está ahora más necesitada que nunca—obedeciendo a bastardos intereses políticos y sucias pasiones personales engendrados en su propio partido, en alianza con los no menos detestables de los sucesivos círculos del infierno político español.

Tuvimos un primer indicio de dicha campaña cuando el señor Granados, esa joya diamantina de la política madrileña, lanzaba fechas atrás una serie de acusaciones tan inconsistentes como maliciosas contra Cristina Cifuentes.

Poco después, corruptos e hipócritas de gobierno y oposición, tontos vocacionales o bobos plurinacionales, y protodelincuentes, se lanzaron con absoluto descaro a la persecución del decoro representado por una política vocacional y excelente gestora, con un nuevo y torpe pretexto.

Los incompetentes promotores de dicha cacería, surgida en el albañal de un partido en declive, vehiculada por las colindantes cloacas del Estado, y trasladada después a las alcantarillas de sumisos medios de comunicación conniventes con el poder, son fácilmente reconocibles bajo tan burdo artificio.

Las sucias técnicas de espionaje y comunicación que han sido empleadas para la ocasión, muestran el carácter tosco y oligárquico de los sedicentes poderes demócraticos de la vieja y la nueva política, nostálgicos de la represión o de la checa.

En un país amenazado gravemente por el separatismo, el partido de gobierno, incapaz de garantizar la unidad de España, se dedica a perseguir de forma vil e insensata a sus mejores elementos. ¿Qué pretende?

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