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Pederasta de Ciudad Lineal, visto para sentencia

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Durante hace casi dos meses la Audiencia Provincial ha juzgado el conocido caso del pederasta de Ciudad Lineal. En este tiempo, un centenar de testigos han afianzado la acusación de la Fiscalía y de las acusaciones. La cantidad de agentes de la ‘Operación Candy’ que han pasado por la sala no han dudado de que agresiones que mantuvieron en vilo hace tres años a los vecinos de este barrio madrileño las cometió un único autor, el procesado Antonio Ortiz. «No podía ser otro», aseguraron.

Su ‘firma de autor’ acabó con su detención a primera hora del 24 de septiembre de 2014. Y es que empleaba el mismo ‘modus operandi’: se acercaba a las niñas cuando estaban solas, las llamaba por su nombre, comentaba que era amigo de su familia, las engañaba para que entraran en el coche y luego pedía que se escondieran boca abajo en el asiento de atrás. Actuaba por impulsos en intervalos de dos meses.

Las psicólogas forenses que comparecieron el pasado día 25 fueron también tajantes. Afirmaron que ninguna de las pequeñas se inventó las agresiones ni fueron inducidas por terceras personas y que el patrón utilizado por su autor era muy similar. Tras lo ocurrido, la mayoría de las niñas presentaron síntomas comunes: estrés postraumático, actitud evasiva sobre lo ocurrido, problemas adaptativos, aversión al género masculino, miedo, inquietud, estigmatización, estado de ánimo negativo o no querer bajar a la calle ni jugar con otros niños.

Según el relato de los agentes, –las niñas declararon en el juicio para no hacerles recordar los traumas sufridos–, fue determinante el testimonio de dos de ellas. Les sorprendió los detalles que dio una del piso de la calle San Virgilia, donde supuestamente Ortiz cometió las agresiones. Hizo un croquis con el bloque de viviendas, cómo era la entrada y hasta que el gálibo era rojo. Otra de las menores manifestó a los policías que vio que de las llaves del vehículo colgaba un llavero verde. Este dato indicó que el coche podría pertenecer a una empresa de alquiler, un extremo que abrió una vía de investigación certera.

En el caso de esta víctima, el pederasta la llevó a un descampado de San Blas próximo a la M-40. Una mujer que paseaba por allí vio el rostro de un hombre musculoso que iba con una niña mulata. Pensó que sería su padre. Coincidieron en el camino y ella observó cómo la pequeña le seguía como «un perrito». Un día después, los periodistas le comentaron que el pederasta había actuado en este descampado y acudió a la Policía. Le identificó sin genero de dudas en la rueda de reconocimiento.

El juicio quedará visto para sentencia la próxima semana, cuando se presentarán los informes finales. Las penas que le piden a Ortiz van desde los 77 años de cárcel solicitado por la Fiscalía hasta los 126 del abogado de una de las víctimas. En total, se enfrenta a tres delitos de agresión sexual y violación, cuatro de detención ilegal y otro de lesiones. Todo apunta a que será condenado con una pena muy elevada.

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