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VIVENCIAS, EMOCIONES y REFLEXIONES.

Este es el caso de El río que nos trajo (Sekotia) de Sergio Gómez Alba, que ya citáramos hace semanas cuando hablé de Biografías narradas (II) porque se trata de un título que no debe pasarnos por alto. Es por eso que en esta ocasión traigo en persona al autor, para que nos cuente él mismo por qué, cómo y para qué escribió esta obra que se encuentra a caballo entre la narrativa, la historia y la biografía.

– ¿Por qué un libro para recordar?

– La identidad personal requiere de la memoria. Sin memoria no tenemos identidad, la amnesia nos priva de ella, el Alzheimer nos deja inertes, la memoria nos lleva a la acción y a la emoción. Recordar significa volver al corazón, volver a vivir, a revivir. No podemos alargar nuestra vida pero si ensancharla mucho y mucho con los recuerdos.

El río que nos trajo es un libro en el que va hilando vivencias y emociones y reflexiones muy personales, ¿ha sido doloroso o más bien grato ese proceso introspectivo de mirar atrás?

– Ese proceso ha tenido momentos divertidísimos para mí, como por ejemplo recordar mi inapetencia infantil, pero conforme avanzaba el relato y me adentraba en los sucesos del siglo XX se me encogía el corazón y al recordar las vivencias de mi madre durante la guerra, en ocasiones, las lágrimas me obligaban a dejar de escribir.

– ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de la historia de España, o de la de sus antepasados, en esta exploración de sus raíces?

– El amor a la sangre de los españoles. Su cainismo, el odio entre los españoles es algo recurrente. Pizarro mata a Alvarado y los Alvarados a Pizarro. El fusilamiento en las Guerras Carlistas de la madre de un general del bando contrario por ser madre de su hijo. Arrastrar el cadáver de un Maqui y el de su hija por las calles para fusilar después a su mujer y su madre. El ametrallamiento de trescientos presos civiles en Vallecas entre los aplausos de cientos de espectadores… para que seguir. Nuestros vecinos los portugueses hicieron una revolución marxista sin un solo muerto, allí no matan ni los toros. En Inglaterra las desigualdades sociales son muy superiores a las de aquí, pero en España el odio, la envidia, el rencor, siempre agitados por la izquierda, mueven posiciones políticas apoyadas por cientos de miles de personas.

– Su libro presenta la visión de la posguerra desde el medio rural, ¿fueron muy diferentes esos años en el campo y la ciudad?

– El frío, el hambre y el analfabetismo eran igual en la ciudad que en el campo. El aprovechar todo y no tirar nada también, pero la gente comenzó a acariciar la ilusión de que tenia futuro. Unos podían empezar una nueva vida fuera de nuestras fronteras desgraciadamente, otros dentro de una España carente de todo, pero para la gran mayoría cabía la esperanza de una mejor vida.

– En el prólogo se lamenta de que los jóvenes no suelen dedicar mucho tiempo a escuchar a sus mayores, ¿diría que los chavales conocen hoy lo bastante la historia contemporánea de España?

– Si a los jóvenes se les enseñara de verdad la historia de España no se silbaría el himno nacional y la autoestima de los españoles sería equiparable al patriotismo británico. Por poner un ejemplo, ¿se enseña en algún sitio que la primera moneda universal fue nuestro peso de plata mexicano? ¿o que el símbolo de la moneda más extendida del mundo, el dólar USA, es de origen español y que hasta 1997 en Wall Street el precio de las acciones se medían en octavos de dólar ya que el real de a ocho o dólar español tenía el valor de ocho reales?

Esa historia se remonta aquí al inicio de la Guerra de la Independencia, en 1808. Es una época a la que dedica varios capítulos de su obra. ¿Qué España habría resultado de la victoria de Napoleón y la inmediata implantación del régimen liberal en nuestro país?

– Esa España hubiera sido derrocada por las potencias europeas que barrieron en el Congreso de Viena la herencia napoleónica. La revolución española contra Isabel II de 1868, y eso que la reina se decía liberal, buscaba la ocasión perdida tras el absolutismo de Fernando VII .

“Nuestro mundo no era complicado. Era un mundo seguro, definitivo. No provisional como es ahora”. ¿Es tal vez esa seguridad lo que más extraña del pasado?

– El mundo seguro, estable, definitivo, lo han buscado los hombres desde los romanos. Es una ilusión. Es como la buena salud o la felicidad, algo transitorio. No puede ser añorado pero sí puede ser soñado, por contar un mundo sólido con principios. Hoy la expresión de un mundo o una sociedad “líquida” nos define negativamente.

– En su opinión, ¿la Transición fue un logro o un fracaso?

– La Transición fue un cuasi milagroso logro.

– Si las siguientes generaciones, las de sus hijos y nietos, tuvieran que completar El río que nos trajo, ¿qué dirían de la España de nuestros días?

– Que no fue tan mala como creíamos.

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